Alimentación
29/10/2018
Alimentación
El inicio fue caótico, desordenado. Comía poco y seguía con mi rutina de siempre. Me había vuelto, además, tan estricta, que evitaba ciertos alimentos y perdí mucho peso.
Hace seis años elegí que quería adoptar una dieta vegetariana. En un principio lo hice como parte de una búsqueda más general por conectar con mi cuerpo, por ser consciente de los alimentos que incorporaba; por salud. Pero todo tiene su lado b.
En mi casa materna nunca se habían comido muchos vegetales. Así que comencé, por pura intuición, a eliminar las carnes.
Ese inicio fue caótico, desordenado. Comía poco y seguía con mi rutina de siempre. Me había vuelto, además, tan estricta, que evitaba ciertos alimentos y perdí mucho peso.
Por eso, decidí ir a un nutricionista, quien me indicó que debía comer, por lo menos, una vez al día legumbres para incorporar las proteínas que estaban faltándole a mi cuerpo.
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Y así comencé de nuevo, a equilibrar, a buscar alternativas. Porque cocinar vegetariano exige conocimiento y también tiempo para poder incorporar todos los nutrientes que necesita nuestro cuerpo en cada platillo.
Aún así, mi cuerpo comenzó a sufrir de mucha inflamación intestinal. Algunos vegetales empezaron a generarme irritación y reflujo, por lo cual los fui quitando de mi dieta, y eso me acotaba aún más las posibilidades.
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Hoy, luego de seis años, estoy en un momento de balance. Elijo aún ser vegetariana por una cuestión de principios: simplemente no le haría daño a ningún animal. Pero también soy consciente de varias cosas:
Hoy, la producción industrial llevada al campo ha hecho que mucho de lo que comemos esté infectado con agrotóxicos. La solución es escoger lo orgánico o bien agroecológico (en transición).
Si en tu país aún no es algo tan masivo comer de manera saludable, comprar orgánico o integral puede ser costoso.
Con el tiempo, en lo personal, intento hacerlo porque sé que es una inversión para mi bienestar. También, busco alternativas, como las compras por mayor y/o compartidas.
Hay cuestiones que a nivel teórico pueden ser ideales, pero nuestro cuerpo puede no responder bien. Cada cambio tiene que ser gradual y con la escucha necesaria para ver cómo es que el cuerpo se amolda. En mi caso, por ejemplo, aprendí que mi cuerpo no tolera tanta cantidad de fibra y tengo que poder generar un balance para no sobrexigir mi sistema digestivo.
A lo largo de estos seis años he ido a ver a distintos profesionales y he sacado la conclusión de que cada uno tiene su propio libro, es decir, su manera de entender la alimentación.
Por eso, mi consejo hoy es que, si estás pensando en ser vegetariano o vegano, o bien ya lo eres:
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