Joyas de todos los colores, infinitas barras de oro y miles de jarrones preciosos. ¿Te imaginas un tesoro como este, escondido de todos en una cámara secreta, inaccesible para todos excepto su dueño? Según cuentan las historias, algo así habría sido el legendario tesoro de Moctezuma, uno de los emperadores americanos más poderoso antes de la llegada de los españoles en 1492.

La idea de un tesoro aparentemente interminable es una noción que tiene más de 500 años de antigüedad, y llegó a nuestros días gracias a las muchas historias (verdaderas o falsas) y a la tradición oral de los colonizadores, que movidos por su avaricia pretendían robarlo todo y añadirlo a las arcas de su reino. Sin embargo, al día de hoy nadie sabe dónde está, y tampoco hay muchas pistas.

El primer registro histórico de la mención del tesoro por parte de los conquistadores data de 1520, cuando los españoles llegaron a Tenochtitlán (capital del imperio de Moctezuma). Una vez que los españoles establecieron contacto directo con el emperador, uno de ellos, Alonso Áñez, descubrió una puerta sellada que conducía hacia una cámara secreta.

Sigilosamente, el infame conquistador Hernán Cortés junto con algunos de sus capitanes abrió la puerta y entró a la cámara secreta, que había sido sellada poco antes de su llegada. En su interior encontraron “joyas de oro y planchas, y tejuelos muchos, y piedras de chalchihuites y otras muy grandes riquezas”, según registró Bernal Díaz del Castillo.

El tesoro quedó entonces en posesión de Cortés y sus hombres, con la intención de repartirlo entre sí mismos y la Corono española, pero las cosas no salieron según lo esperado. Luego de la muerte de Moctezuma, los levantamientos indígenas obligaron a los conquistadores a huir de la ciudad, dejando atrás una parte del tesoro. Al final, las joyas nunca llegaron a las manos de la Corona y el tesoro se perdió.

No está claro cómo se perdió o si alguna parte llegó a salir de América, y de hecho no hay ninguna pista sobre el paradero de alguna porción importante. La única pista significativa en los últimos 5 siglos llegó en 1981, cuando el entonces presidente mexicano José López Portillo presentó “el primer descubrimiento del tesoro de Moctezuma”: un tejo de oro hallado en una excavación.

Cuatro años más tarde, un pescador declaró haber encontrado una parte importante del tesoro, pero su localización y detalles quedó en secreto. Se cree que algunas de las joyas fueron vendidas a distintos compradores, y desde entonces no se ha sabido nada más. Así que, al día, no se tienen más pistas sobre el tesoro de Moctezuma que hace 500 años.