De un tono rojizo y una durabilidad muy característica, la caoba es una madera muy cotizada que suele usarse para construir muebles, pero que, por eso mismo también, se encuentra en peligro de extinción. Últimamente, la demanda del conocido como "oro rojo" ha aumentado tanto en Europa como en Estados Unidos; el foco se ha puesto en el centro y sur de América, especialmente en Perú. Allí se produce la mayor extracción de caoba de hoja grande, la especie más extendida de caoba. 

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Pero esta especie está desapareciendo de a poco debido a la tala ilegal y masiva. Además, a causa de su escasez, algunos extractores ingresan en zonas protegidas sin permiso para llevarse la caoba, ya que en general, los pocos árboles se encuentran dentro de parques nacionales, reservas o tierras de comunidades originarias. Esto, además, ha generado conflictos entre las poblaciones indígenas que habitan esos territorios y los extractores. 

En este sentido, la caoba alberga es fuente de vida en su interior y a su alrededor; no solo animal sino también humana, ya que muchos grupos originarios se sirven de ella como recurso para sobrevivir (construir sus refugios, abastecerse de leña, etc). Además, todo el ecosistema del bosque se ve afectado, ya que la flora y fauna pierde su hábitat, sus alimentos o nutrientes de los que precisan para sobrevivir. 

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Algunas cuencas de Perú, como la del Alto Tamaya, ya fueron despojadas de sus árboles más preciados, en muchos casos incluso, centenarios. Además, debido a esta escasez, los extractores ya han ido en por otros árboles como: copaiba, ishpingo, shihuahuaco, capirona; especies menos conocidas y, por ende, también menos reguladas.

El foco en Perú (donde además se calcula que tres cuartas partes de la cosecha de madera es ilícita) se debe, a su vez, al freno brasileño. A partir de 2004 allí se puso en marcha el Plan de Gobierno Federal para la Prevención y Control de la Deforestación en la Amazonia (PPCDAM). Sin embargo, en ese país, la cuenca del Amazonas perdió entre 2025 y 2016, casi 8 mil km2 de zonas forestales; incrementando un 29% su deforestación.

Ésta no es una situación aislada.  Entre el 2000 y el 2010 se perdieron 7 millones de hectáreas de bosques por año en los países tropicales y aumentaron los terrenos agrícolas en 6 millones de hectáreas al año. La mayor parte de estas pérdidas se produjeron en países de bajos ingresos.

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Problemas de control

Al ser tan extensos los territorios y, en algunos casos, de difícil acceso, no resulta tan fácil patrullar, pero a su vez, la ausencia de controles han dado lugar a que los extractores procedan tal como quieren. En este punto, los pueblos originarios pueden ser una pieza clave, ya que son los guardianes de sus tierras y sus recursos; pero para ello deben reconocérseles sus derechos y brindarles el título de propiedad de la tierra para que dispongan de una herramienta legal en la defensa.

¿Qué hacer?

Aunque a nivel macro estas decisiones deben ser implementadas por los gobiernos correspondientes, tú también puedes hacer tu pequeño aporte. En primer lugar, informándote respecto de estas situaciones; en segundo, por ejemplo,  reciclando tus muebles  en lugar de comprar otros nuevos; o incluso conociendo iniciativas como las de una Reserva del Amazonas Peruano que trabaja hace más de 10 años para cuidar nuestros tesoros.  ¿Qué te parece?