¿Te has preguntado alguna vez cómo ha podido ser que justo se cruzara tal persona en tu camino cuando menos la esperabas? ¿Si acaso se trató del destino o ha sido suerte o azar? Para la cultura oriental que dos personas se encuentren tiene una explicación, y todo transcurre de forma perfecta y predestinada.

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Cuenta la leyenda que un anciano que vive en la luna sale cada noche a buscar entre todas las almas aquellas que tienen algo para enseñarse la una a la otra. Y cuando las encuentra les ata un hilo rojo invisible en su meñique para que se encuentren sin importar el lugar, las circunstancias o el tiempo. Ese hilo puede estirarse, enredarse, contraerse o anudarse, pero no cortarse del todo. Por eso, toda persona está predestinada a cruzarse con otra.

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¿De dónde surge esta creencia? De que la arteria cubital, que conecta el corazón con el dedo meñique, se extiende de forma invisible hasta terminar en otro corazón.

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Y esto no solo tiene que ver con una pareja. Podemos unirnos a muchas personas en la vida: amigos, familia, compañeros o incluso quienes aunque no nos llevemos bien, se cruzan en nuestra vida para enseñarnos algo.


¿Adónde estarán amarrados tus hilos rojos invisibles?

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