La mayor parte de las personas utiliza productos cosméticos todos los días (no hay que pensar solo en maquillajes, sino también en cremas, jabones, espumas de afeitar, lociones, productos para el cabello, etc). Hay que tener cuidado con ellos, porque a veces no estamos informados sobre los componentes que están entrando en contacto con nuestra piel, o que luego quedan en el agua y la contaminan.

Otro de graves problemas de esa industria es que muchos de los cosméticos son probados en animales.

Los experimentos que se realizan sobre conejos, cobayas, ratas y ratones, entre otros animales, se despliegan en un gran abanico de posibilidades: van desde el testeo de productos irritantes en piel y ojos, hasta el uso de sustancias que les generan alergias, envenenamiento, mutaciones y cáncer.

A veces se hace adrede con hembras preñadas, para evaluar si los químicos pasan al feto. Además, en muchas de las pruebas es necesario matar a los animales para evaluar la toxicidad y en otras, simplemente se los asesina cuando ya no sirven.

Ratones de laboratorio

Los experimentos en animales no son obligatorios para demostrar la seguridad de los productos, y de hecho la mayoría de ellos están prohibidos en la Unión Europea y otras partes del mundo. Pero en muchos casos se siguen realizando, porque les resulta más fácil a los fabricantes.

Sin embargo, podría existir una solución para esto: los científicos están trabajando en la impresión 3D de piel humana, para utilizarla en la experimentación, dejando a los animales de lado y obteniendo además resultados más realistas.

El primer paso para reemplazar las pruebas en animales por piel 3D lo dieron las compañías L'Oreal (cosmética) y Organovo (bioingeniería), cuando se asociaron en 2015 para avanzar en la impresión de piel humana.

piel 3d

La piel humana es diferente a la de otros seres vivos, por ello replicarla para los experimentos y el testeo de calidad es complejo. Pero afortunadamente cada vez será más sencillo.

La impresión de piel 3D ya es viable y el proceso está en marcha. Entonces, ¿por qué seguir comprando productos probados en animales?