Se estima que hay 300 millones de toneladas de plástico en los océanos. Esta contaminación es la causa de muerte de millones de mamíferos, aves y peces al año. A su vez, la salud humana también se ve afectada, ya que las toxinas de plástico ingresan en la cadena alimenticia cuando comemos pescado.

Este panorama fue el que llevó a Boyan Slat, un joven holandés de 20 años, a plantearse el problema e intentar buscar soluciones posibles. Cuando tenía dieciséis años y todavía estaba en la escuela, Boyan realizó una investigación en donde descubrió que hay zonas del océano en las que no se registra presencia humana y, sin embargo, hay más cantidad de plástico que de plancton. Esto le llamó mucho la atención, pero lo que más lo impactó, fue que los especialistas en el tema aseguraran que limpiar el océano era una tarea imposible.

Si se piensa que esta tarea es imposible, es porque muchas de las técnicas que se han querido implementar hasta el momento han sido basadas en barcos con redes pesqueras encargadas de recolectar el plástico. Sobre esto, Slat explica: Con estas técnicas se tardaría más de 2.000 años, se gastarán billones de dólares y, aún así, no se lograría limpiar el océano en su totalidad."

Por esta razón, Slat se hace una pregunta fundamental: “¿Por qué recorrer los océanos  si los océanos, por su propio movimiento, van a traernos los plásticos?” Es decir, en lugar de salir a buscar el plástico  y recolectarlo, es posible, por las propias corrientes oceánicas, esperar a que el plástico venga sin la necesidad de sumar energía extra.

Por eso, la solución que plantea Boyan consiste en  “instalar unas barreras flotantes compactas en forma de "V" en zonas estratégicas del Pacífico Norte para que los vientos y las corrientes lleven allí los restos (...) Una vez reunidos, se extraen del agua gracias a una plataforma que los succiona y genera su propia energía con el sol y las olas. El conjunto tiene unos 100 kilómetros de envergadura, y dado que la persiana de la barrera llega solo hasta tres metros de profundidad, la vida sigue su curso por debajo.  Cada 45 días, unos barcos se encargarán de limpiar la plataforma"

Esta solución permite aprovechar las corrientes oceánicas para juntar los desechos y convertirlos en biocombustible. A su vez es 7.900 veces más rápida y 33 veces más barata que otros métodos.

“Obviamente es esencial prevenir que se sigan contaminando los océanos con más plástico, pero ésta no es una solución para el plástico que ya se encuentra en el océano. Una verdadera técnica de limpiado podría reducir muchísimo los impacto ecológico y de salud que conlleva la contaminación de los océanos.”

El plan diseñado por Boyan  se denominó   “The ocean cleanup project”. Este año, ha logrado reunir los dos millones de dólares necesarios para poder llevar a cabo una prueba en escala real del plan.

El lugar elegido para ubicar esta gran barrera “piloto” será Japón, cerca de Isla Tsushima. Allí, se bloqueará el paso del plástico acumulándolo en la plataforma para luego ser recolectado. Será la primera vez que se instala un dispositivo de tales magnitudes: la barrera tendrá 2.000 metros de largo.

Este proyecto piloto está previsto para el 2016 y, en caso de tener éxito, se implementará en escalas cada vez más grandes. Si todo sale como se espera, dentro de cinco años planean desplegar un sistema de 100 km  de largo para limpiar alrededor de la denominada “Isla de Plástico”, ubicada en el océano pacífico entre Hawaii y California. La "isla" mide 1.4000.000 km2 y es la zona oceánica donde se encuentra el mayor caudal de desechos plásticos del mundo.


"Hacerse cargo de la basura en los océanos es unos de los desafíos medioambientales más grandes de la humanidad hoy en día. Esta primera matriz de limpieza no solamente ayudará a tener aguas y costas más limpias, sino que a la vez es un paso esencial hacia nuestra meta de limpiar la Gran Mancha de Basura del Pacífico. Este despliegue nos permitirá estudiar la eficiencia y la durabilidad del sistema con el tiempo", asegura Slat.