¿Cómo sería el mundo si todos los niños aprendieran, desde muy pequeños, cómo plantar su propia huerta y cuál es el significado que eso tiene para el planeta? 

Eso se preguntaba la ingeniera forestal brasileña Ana Glória Nunes. Y cuando, tres años atrás, nació su hija Alicia, se encontró con la oportunidad de poner en juego esos principios en su crianza. 

De este modo, con solo tres años de edad, Alicia Nunces Micheluzzi lleva adelante, con ayuda de su madre, un proyecto para alentar a los vecinos de Blumenau a comenzar a plantar sus propias frutas y vegetales. 

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Cada vez que cocinan, Ana y la pequeña Alicia separan con cuidado las semillas de los alimentos para poder sembrarlas. También  rompen con cuidado las cáscaras de huevo para que queden casi enteras, y de ese modo sirvan como contenedores para pequeños plantines. Así evitan comprar macetas o utilizar envases plásticos.

Ambas comenzaron cultivando estas plántulas para luego sembrarlas en su hogar, pero pronto descubrieron que las plantas que obtenían en una semana eran muchas más de las que entraban en su jardín, así que se les ocurrió la gran idea de regalarlas a los vecinos. 

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En un primer momento, Ana y Alicia comenzaron a regalar las plántulas por la calle, y pronto comenzaron a recibir ayuda espontánea de los comercios de la zona. Los restaurantes empezaron a guardar para ellas las cáscaras de huevo, y también a recibir los plantines para ofrecerlos como obsequio a sus clientes. 

Como ingeniera forestal, Ana explica que las cáscaras de huevo son excelentes semilleros porque son gratuitas, biodegradables y la planta no necesita ser transplantada; es suficiente con romper la cáscara y enterrarla en una maceta más grande o en el jardín.  Incluso le sirve al propio plantín como abono.

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A Alicia le gusta sembrar todo lo que come: la mayoría de las plántulas son de frutos comunes en la región, como goiaba, acerola o frijoles. 

Sus vecinos están felices con los regalos, y la pequeña Alicia seguramente crecerá comprendiendo el valor de sembrar sus propios alimentos, lo gratificante que es tener una huerta, y lo sencillo que es inspirar a otros a sumarse al cambio.

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