En medio de una calle atestada de gente hay un piano. No es un instrumento convencional, sino uno transformado en obra de arte. Los transeúntes lo miran al pasar. Uno de ellos se detiene. Lee el cartel: “tócame, soy tuyo”. Mira a los lados, como si se tratara de una broma. Dubitativo, decide sentarse. Tímidamente, empieza a esbozar una melodía. Poco a poco, las personas se juntan alrededor para escuchar.

No era una broma. No había trucos. El piano forma parte del proyecto “Tócame, soy tuyo” (Play me, I’m yours). El artista inglés Luke Jerram lanzó esta iniciativa para estimular el diálogo y el vínculo entre las personas y, así, combatir la falta de comunicación que se genera en las grandes ciudades.

La iniciativa ya ha alcanzado a más de seis millones de personas, con más de 1.300 pianos ubicados en las calles de 46 ciudades de diversos lugares del mundo. La primera intervención se realizó en Inglaterra, en 2008. En tal ocasión, se ubicaron 15 instrumentos en distintos puntos estratégicos. Se estima que en las tres semanas que los mismos permanecieron en las calles, más de 140.000 personas los tocaron o escucharon sus melodías.

“La idea se me ocurrió cuando visité mi lavandería local. Todos los fines de semana veía a las mismas personas y nadie le hablaba a los otros. De pronto, me di cuenta de que dentro de una ciudad debía haber cientos de comunidades invisibles como esta, en las cuales las personas pasaban tiempo juntas en silencio. Colocar un piano fue mi solución a este problema, para que el instrumento desencadene la conversación y cambie la dinámica de un espacio”, explica Jerram en el sitio web del proyecto.

Cada piano está diseñado para que las personas se involucren y se apropien del escenario urbano. Al mismo tiempo, le da a los músicos la posibilidad de compartir su creatividad con una performance pública.

Jerram recicla los pianos que son desechados. Luego de reacondicionarlos, los traslada a distintos países. Una vez que pasaron algunas semanas en las calles, el artista los dona a las escuelas y grupos comunitarios locales.

“Es un concepto muy sencillo que saca lo mejor de las personas. Nos recuerda que todos los días pueden suceder cosas hermosas y extrañas. Tuve una de las experiencias más memorables de mi vida tocando en un viejo piano para unas cien personas en Sacre Coeur, en París”, dijo el pianista inglés Jamie Cullum luego de haber formado parte del proyecto.