A partir de que abrimos los ojos por primera vez, el mundo empieza a construirse ante nosotros como el único escenario posible de vida. Y a medida que pasan los años, y perdemos la curiosidad ante lo que nos rodea, lo que antes nos sorprendía comienza a parecernos "normal".

Por eso mismo, si desde pequeños nacimos y crecimos en una gran ciudad, el ruido, el tráfico, y la escasa cantidad de árboles puede que nos parezca "bien". Sin embargo, el contacto con la naturaleza trae numerosos beneficios para la salud física, mental y ambiental que podemos estar ignorando.

De acuerdo a un estudio publicado en la revista Science, por ejemplo, los niños de las grandes ciudades crecen sin haber visto un cielo estrellado, y pierden de vista lo importante que es el contacto con la naturaleza. ¿Cómo podrían hacerlo si cada vez más edificamos más y en mayores tamaños?

Por eso, el investigador de la Universidad de Washington (Seattle, EE.UU.), Peter Kahn, señala que: "Hay una enorme cantidad de enfermedades ligadas en gran medida a nuestra separación del entorno natural", dentro de las cuales se destacan enfermedades mentales y trastornos en el estado anímico, características de las zonas urbanas.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con la amnesia?

Al tener muy poco, o incluso nulo, contacto con la naturaleza, los habitantes de las grandes ciudades podrían estar padeciendo una "amnesia ambiental generacional". ¿Qué quiere decir esto?

Éste es un concepto creado por Peter Kahn , que señala que cada generación crea una nueva idea de lo que es ambientalmente "normal" de acuerdo a sus experiencias. De esta forma, cada generación solo se vuelve capaz de reconocer solo los cambios ecológicos que suceden durante su vida. Como si no hubiera habido un antes, ni tampoco un después.

Kahn pone como ejemplo las áreas más pobres y contaminadas de Houston (Texas, Estados Unidos). Allí descubrió que dos terceras partes de los niños a los que entrevistó entendían que la contaminación era un problema ambiental, pero solo una tercera parte creía que su propio barrio estaba contaminado.

¿Cuál es la contracara de esta amnesia? Un sentimiento de desconsuelo por los cambios negativos del ambiente. Fenómenos negativos nos rodean constantemente, y se nos vuelven una amenaza. ¿Cómo hacemos para escapar de este pensamiento y seguir con nuestra rutina? Mediante el olvido, y la normalización.

Nos acostumbramos a lidiar con los cambios que estamos viviendo. Gradualmente nos acostumbramos incluso a lo que nos hace mal. Al smog, a las inundaciones, a los cambios de temperatura, a los tóxicos en los alimentos, entre muchas otras cosas.

Esto podría explicar por qué muchas personas no comprenden la urgencia o magnitud de los problemas ambientales que están sucediendo en el mundo.

Incluir aperturas en los edificios, crear techos verdes, y respetar los espacios verdes públicos podrían ser algunas de las alternativas a aplicar para contrarestar esta tendencia. Pero, sin duda, lo fundamental es volver a poner a la naturaleza en el centro de valoración, no solo como una batería de recursos sino como parte fundamental de la experiencia de vida, a la que todas las personas tienen derecho.