Ante una situación de peligro, todos los seres vivos tienen una de dos reacciones. Paralizarse y esperar a que pase, reduciendo el ritmo cardíaco, o iniciar la huida desesperada, lo que los llena de adrenalina y acelera su ritmo cardíaco.

Lo raro es que los “unicornios de mar” reaccionan con una extraña combinación de las dos. Al escuchar a los barcos humanos acercarse, los narvales inician una huida a toda velocidad, pero al mismo tiempo reducen su ritmo cardíaco más de 90%. Los expertos creen que esta reacción puede ser peligrosa para la especie.

Los narvales son mamíferos marinos que viven en las aguar frías del Ártico o del Atlántico Norte. Los machos tienen un largo cuerno en la cabeza que les valió su apodo.

Superados solo por el cachalote, son los mamíferos marinos que mayor profundidad pueden alcanzar al sumergirse, llegando a los 1.500 metros. Pero el deshielo de los glaciares hace que los barcos humanos sean cada vez más comunes.

Normalmente, los narvales solo tendrían que preocuparse de las orcas o ballenas asesinas, que son sus principales depredadores. Pueden escapar escurriéndose por el hielo, nadando por aguas poco profundas o sumergiéndose a mayor profundidad de lo que las orcas resisten.

Sin embargo, los narvales reaccionan ante la presencia humana como si fuera un nuevo depredador, y eso los confunde.

Un reciente estudio publicado en la revista Science demostró que los narvales realizan un inmenso esfuerzo físico al encontrarse con barcos humanos o escuchar el ruido de sus motores. Se sumergen al fondo del mar a toda velocidad, pero con el corazón casi detenido: se registraron solo 3 latidos por minuto. Les toma casi 2 horas volver a la normalidad.

Terrie Williams, bióloga marina de la Universidad de California, considera que esta situación es preocupante, ya que “se trata de una situación corporal insostenible”. Esta reacción tan contradictoria afecta la circulación de sangre en todo su cuerpo, particularmente el cerebro.

Por ahora no existe ninguna solución. De hecho, parece que el problema no hará más que empeorar, ya que los barcos en el Ártico son cada vez más comunes, y los narvales no saben cómo reaccionar ante una nueva amenaza desconocida. Si seguimos así, realmente romperemos el corazón de los unicornios de mar.