Está científicamente comprobado que nuestro primer pensamiento en el instante de abrir los ojos, predispone gran parte el resultado del resto del día. Y también, el último pensamiento consciente que conservamos al meternos en el sueño, nos ayudará –o no- a tener una noche tranquila, reparadora y de profundo descanso… o todo lo contrario.

Estos datos, que parecen extraídos de una enciclopedia de datos obvios, constituyen dos de los pilares esenciales acerca de cómo construimos los seres humanos nuestra agenda del día. Y me refiero a “agenda” no en términos estrictos de organización del tiempo, sino a la predisposición y entusiasmo para encarar las pequeñas y grandes acciones cotidianas.

Si el primer pensamiento del día es luminoso, entusiasta, alegre, motivador, desafiante, cálido y positivo, es probable en el más del 85% de los casos estudiados y relatados por las propias personas, que la jornada transcurra de esa forma.

Por el contrario, quienes permanentemente tienden a levantarse “con el pié izquierdo”, están propensos a muchos más contratiempos, incluso a cuestiones totalmente adversas.

A la noche, entregarnos al sueño con una breve meditación, visualización de un paisaje tranquilo que nos resulte sumamente placentero, “escuchar” con nuestra imaginación creativa palabras de aliento, gratitud por estar vivos y por haber disfrutado de un día más, nos permiten descansar mejor, y que nuestras ondas cerebrales funcionen en niveles óptimos para la recuperación celular necesaria.

Con una pequeña ayuda de nuestros amigos

Como en aquella canción de Los Beatles, hay algunas ayudas externas que podemos implementar desde este mismo momento, que no cuestan ni un centavo, y que pueden, literalmente, cambiar el curso de nuestro día.

1) Amanece agradeciendo. Antes de comenzar las actividades, ni bién abrís los ojos y entrás en conciencia, da gracias. Podés hacerlo en silencio, meditando unos minutos, o bien en voz alta, expresando la gratitud que sentís por la oportunidad de un nuevo día de vida.

2) Dedicate unos minutos a masajear tu cuerpo, por ejemplo, bajo la ducha (ya sea al comenzar el día o a la noche). No sólo es un ejercicio básico de conexión interior, de re-confortarnos, sino que, desde el punto de vista del equilibrio de la mente y las emociones, el fluir del agua, su sonido, la temperatura de nuestro cuerpo, los aromas y sensaciones, invitan al relax y al placer.

3) El sonido del agua fluyendo desde la ducha nos conecta a muchas personas con el momento primigenio de antes de nacer, cuando estábamos en la panza de mamá. Aunque no lo asociemos concientemente, ese lazo existe en un lugar subyacente, desde donde emerge para darnos aún un sentido mayor de trascendencia, ya que estamos re-viviendo aquellas sensaciones, y las estamos conectando con el “diseño” interior de lo que va a ser (o ha sido) nuestro día.

4) Rezar; conectarte con tu fuente interna de sabiduría; respirar profunda y suavemente varias veces, llenando bien de aire no sólo los pulmones sino también el diafragma, permite oxigenarnos mejor, y predisponernos de buena gana a encarar el día o la noche.

5) Silenciar lo de afuera, para dejar que nuestro Yo emerja. Cuando tenemos mucho ruido alrededor –como puede ser el televisor, música estridente, comidas pesadas justo antes de dormir, fumar, darnos atracones compulsivos, una copa demás y todo lo que vos también podrás reconocer como ciertos hábitos que tal vez quieras considerar cambiar por algunos más saludables- a veces es necesario “bajarles” el volumen, para, recién ahí, conectarnos con nosotros. La sintonización interna en muchos casos –sobre todo al comienzo de experimentarla- puede requerir de ayudas externas; luego, una vez internalizada y cuando nos hemos entrenado/entregado naturalmente a esa conciencia de vida, lo hacemos instintivamente.

6) Dejar de consumir noticieros antes de dormir. Las noticias, lo sabemos, suelen distar bastante de ser buenas, y algunos medios suelen hacerlas todavía más impactantes. Si esas imágenes tienen fuerte pregnancia dentro de nosotros, es posible que nos alteren y se nos dificulte el entrar o salir del sueño.

7) Cantar en la ducha es un buen ejercicio. Más allá de mi propia consideración personal, con ese lorito negativo que muchos llevamos que nos dice “sos un perro cantando…”, si logro atravesar ese limitante, y simplemente me dejo llevar por el impulso de cantar, inventar letras y melodías, tararear, o silbar algo alegre, el estado de ánimo cambia. 

¿Te pasó alguna vez que estabas de bajón, y querías ir todavía más abajo? Y entonces, quizás te pusiste a mirar fotos antiguas ancladas en emociones de tristeza, melancolía, pérdidas o sentimientos de frustración y dolor. Por favor, es importante saber que todas estas son experiencias valiosas y necesarias en muchos casos, en el proceso de atravesar el duelo –cualquiera sea el motivo de nuestra angustia o melancolía-. Aunque sabemos –o al menos yo sé muy bien- regodearme en el fango, y poder ir hasta el fondo de todo cuando quiero. Parece que algunos seres humanos nos graduamos en esa “maestría” personal. Sin embargo, si podemos, al principio concientemente, y luego, casi sin darnos cuenta, corrernos de esa tendencia recurrente, es altamente probable que en poco tiempo podamos trastocar lo negativo en algo más positivo, aunque al principio se manifieste algo mezclado entre ambos estados. Es así que cantar bajo el agua, aunque desafinemos, puede ayudarnos a cambiar el estado interno. Lo mismo funciona si nos disponemos a bailar y mover nuestro cuerpo tanto como podamos: una inevitable ola de nueva energía se apoderará de nosotros, y recobraremos eso que creíamos irremediablemente perdido, o al menos postergado por un rato: las ganas de vivir y seguir adelante, independientemente de lo desafiantes que se presenten las cosas.

8) Nutrirse de lecturas positivas. Si tus libros de la mesa de luz son todas novelas de terror (que, de hecho, las hay y muy buenas); o tortuosas situaciones excelentemente narradas, es altamente probable que se establezca un patrón de co-dependencia con esas experiencias de lectura, que conllevarán, en el tiempo, una tendencia, sutil, casi imperceptible, a ponerle una pátina gris a tus pensamientos. Queda claro que, lejos de estar mal nutrirse de todo tipo de lecturas, es más que apropiado hacerlo con aquellas con las que quieras. Aunque si estás buscando motivarte y mantenerte enfocado en tu propia integridad, alegría y auto valoración, te ayudará mucho matizar con otro tipo de contenidos o fuentes de información.

Por último, nada de lo aquí comentado es ciento por ciento seguro para todas las personas del planeta tierra, cuya polaridad negativa parece estar prevaleciendo en esta Era por sobre la positiva; aunque esto va cambiando para bien –aunque nos cueste verlo diariamente-. Sin embargo, son billones los humanos como vos y como yo, que cada día se proponen ir por algo mejor. De allí que tal vez quieras experimentar algunos de estos recursos que comparto con vos; probar, y adoptar aquellos que mejor te funcionen. Y los que no funcionen, los dejás pasar hasta encontrar lo que es apropiado para tu estado interno.

El Ser es lo que permanece. Todo lo demás son proyecciones de nuestro ego, que, a su vez, se encarga de exigirnos y hasta de deformar bastante nuestras percepciones, y nos convierte en unos expertos “satisfacedores” (aunque el término no exista en el diccionario) por sobre unos talentosos “co-creadores” con lo que el universo nos presenta cada día.


Sobre el autor: Daniel Colombo es Motivador y Master Coach Internacional especializado en CEO, alta gerencia y profesionales; conferencista internacional; autor de 21 libros y comunicador profesional.

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