El durazno es originario del noroeste de China. Debajo de su piel aterciopelada se encuentra una fruta de textura carnosa, jugosa y fresca. El color de su pulpa puede oscilar entre el blanco y el amarillo o el naranja y, por tener un hueso duro que rodea a su única semilla, pertenece a la familia de las drupas. Su delicioso sabor, sumado a sus múltiples propiedades nutricionales, hacen que sea una de las frutas más consumidas en el mundo.

Son fuente de vitaminas
os duraznos son ricos en vitamina A y C. La primera es fundamental para preservar la vista. La segunda, ayuda a que el cuerpo sea resistente a las enfermedades, ya que fortalece el sistema inmunológico. Además, es un poderoso antioxidante, al igual que la vitamina E, que también se encuentra presente en esta fruta en menor proporción.

Aportan potasio
Cada durazno contiene aproximadamente 330 miligramos de potasio. Este mineral es esencial para controlar la presión arterial y regular la cantidad de líquido presente en el organismo.

Fortalecen los huesos y los dientes
Los duraznos ayudan a mantener los huesos y los dientes fuertes y saludables. Esto se debe a su contenido de fósforo y calcio.

Son buenos para incorporar en los regímenes para perder peso
Tienen aproximadamente 68 calorías. Además, no contienen grasa y están compuestos por un 88% de agua. Gracias a estas cualidades, son ideales para incorporar en las dietas de quienes buscan bajar de peso.

Ayudan a combatir las enfermedades vinculadas con la obesidad
Las drupas, familia a la que pertenecen los duraznos, ayudan a combatir las enfermedades vinculadas a la obesidad, como la diabetes, el síndrome metabólico y las enfermedades cardiovasculares. Así lo demostró un estudio realizado por la Universidad de Texas A&M.

Estimulan el buen funcionamiento del cerebro
Gracias a su contenido de fósforo y vitamina B, los duraznos ayudan a tener funciones cerebrales correctas.

Favorecen la salud del aparato digestivo
Por su elevado contenido de fibra, los duraznos nos ayudan a hacer una buena digestión. Al mismo tiempo, regulan las funciones intestinales, previniendo así el estreñimiento.

Favorecen la salud cardíaca
Por su contenido de potasio, fibra y vitamina C, los duraznos favorecen la salud del sistema cardiovascular.

Fortalecen el sistema inmunológico
El ácido ascórbico, el zinc y la vitamina C presentes en el durazno ayudan a desarrollar las defensas y fortalecer el sistema inmunológico. Por este motivo, favorecen la curación de las heridas y las infecciones.

Embellecen la piel
La vitamina C presente en esta fruta ayuda a reducir la aparición de arrugas, mejora la textura de la piel en general y ayuda a combatir los daños ocasionados por el sol y la contaminación. Esta vitamina también cumple un rol vital en la formación de colágeno, fundamental para mantener la piel tersa y bella.

Algunas ideas para incorporarlos en la dieta

Los duraznos pueden consumirse frescos, en almíbar, en conserva o deshidratados. En la cocina, se los emplea principalmente en recetas dulces, aunque también se los puede utilizar para preparar platos principales o salsas.

Para aprovechar sus beneficios, se aconseja consumir dos o tres porciones diarias de esta fruta. Asegúrate de escoger aquellos que estén firmes pero cedan ligeramente al presionarlos. Para que maduren, puedes colocarlos cerca de una ventana donde reciban mucho sol. Si vas a comprarlos enlatados, evita aquellos que vienen con almíbar. Intenta conseguir alguna variedad que no contenga azúcar añadida.

Puedes comerlos frescos, como fruta de mesa, o incorporar algunas rodajas en tus jugos y batidos. En particular, quedarán muy bien con la limonada. En el desayuno, mézclalos con avena, cereales o yogur. Otra buena alternativa es combinarlos con vegetales de hojas verdes, nueces y queso para crear una ensalada fresca. Si lo que buscas es algo dulce, puedes cortarlos al medio, descarozarlos y hornearlos con un poco de miel y canela.

Helado de durazno
Ingredientes (dos porciones)
- 2 tazas de rebanadas de durazno congelado.
- 1/4 de taza de leche de coco. Tal vez necesites un poco más para lograr la consistencia deseada. Haz clic aquí para aprender cómo hacerla.

Preparación
1. Procesa los duraznos en una procesadora hasta obtener una pasta de textura cremosa.

2. Con una espátula, raspa los bordes del recipiente. Agrega la leche de coco y procesa nuevamente hasta que la preparación se vuelva cremosa. Refrigérala.

Smoothie de durazno blanco, banana y frambuesa 
Ingredientes (dos batidos)
- 2 tazas de duraznos blancos picados
- 1/2 taza de banana picada
- 1/4 de taza de frambuesas
- 1/2 taza de leche de almendras. Haz clic aquí para aprender a prepararla en casa.
- Miel a gusto
- 3-4 cubos de hielo

Preparación
Mezcla todos los ingredientes en una licuadora y procesa hasta obtener una mezcla de textura suave.

Bruschettas de durazno, rúcula y queso
Ingredientes
- 1/2 baguette rebanada en rodajas de 2,5 cm
- 2 duraznos maduros, descarozados y cortados al medio
- 1/2 taza de vinagre balsámico
- 2 cucharadas de miel
- 1 taza de queso feta
- 2 cucharadas de requesón (ricota)
- 2 tazas de rúcula
- 3 cucharadas de albahaca fresca picada

Preparación
1. Coloca las rebanadas de pan en una bandeja para horno y tuéstalas hasta que se vean doradas. Esto tomará aproximadamente tres minutos.

2. Sobre una sartén, a fuego medio, coloca los duraznos cortados al medio y cocínalos hasta que se ablanden un poco. Esto tomará entre cuatro y cinco minutos. Al cabo de este tiempo, voltéalos y cocínalos del otro lado. Deberán verse dorados, pero no negros ni chamuscados. Deja que se enfríen y córtalos en finas rebanadas. Si no quieres asarlos, también quedarán bien crudos.

3. En una sartén pequeña, coloca el vinagre y la miel. Calienta a fuego medio, revolviendo con una cuchara de madera hasta que la mezcla empiece a hervir. Al cabo de seis o nueve minutos, el vinagre deberá adquirir una consistencia espesa, similar a la de un jarabe. También deberá reducir su volumen a la mitad. Cuando esto suceda, apaga el fuego y vierte la salsa en un recipiente para que se enfríe

.4. Mientras, licua el queso feta y el requesón en una procesadora o licuadora hasta formar una pasta suave.

5. Unta las rebanadas de pan con la mezcla de queso feta y requeson. Por encima, coloca las hojas de rúcula y las rebanadas de durazno. Rocía las tostadas con la salsa de vinagre y miel y decora con la albahaca picada.

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