Para muchas personas, ser muy inteligente es garantía de éxito y felicidad en la vida, pero la realidad es más complicada. Para muchos ser muy inteligente puede ser un regalo que viene con demasiadas desventajas.

En ocasiones, tener un coeficiente intelectual muy alto va acompañado de una serie de conflictos de los que se habla muy poco: angustia, aislamiento social, problemas emocionales y a veces una constante insatisfacción personal por no cumplir con los elevados objetivos que se proponen.

Las personas muy inteligentes generan miles de ideas y son capaces de recibir mucha información pero no siempre saben cómo gestionarla correctamente. Esto, añadido a la sensación de que nadie les puede enseñar a manejar sus cerebros dotados, les causa mucha frustración y desconcierto desde edades tempranas.

Además, como se mencionó anteriormente, ser muy inteligente no es garantía de éxito escolar o laboral. Muchos niños con altas capacidades pasan desapercibidos en las escuela y terminan siendo estudiantes “regulares” que nunca sobresalen. Algunos sufren del pensamiento arborescente, muchas ideas que llegan unas detrás de las otras y se dividen rápidamente, como las ramas de un árbol.

Otros no saben cómo controlar sus respuestas emocionales ante eventos importantes.

Esto no significa que ser inteligente sea malo. Pero a veces, las personas con esas características, sobre todos los niños, se enfrentan además a la envidia o a que los demás piensen que sus problemas no son tan importantes porque saben resolverlos o siempre tienen una respuesta. Las personas inteligentes sufren, y a veces lo que conocemos como inteligencia deja de lado la "inteligencia emocional": a veces alguien que parece un genio en la escuela tiene dificultades grandísimas para enfrentarse a sentimientos simples.

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La idea es compartir las estrategias adecuadas para que hallen calma y equilibrio entre sus vidas intelectuales, emocionales, sociales, y laborales. Esto debemos hacerlo en calidad de padres, madres, hermanos, educadores, amigos o psicólogos que solo quieren lo mejor para ellos: que alcancen su máximo potencial y sean felices.