No hace mucho tiempo atrás, tener un ataque de pánico no era algo tan común como lo es hoy en día. Eso no hace más que mostrarnos que estamos eligiendo formas de vivir que a menudo son muy exigentes con nosotros mismos, que nos hacen ir tras expectativas u objetivos que nos presionan y nos quitan bienestar para poder alcanzar una meta que cada vez parece más lejana.

¿Por qué decimos esto? Porque la ansiedad, en sí, cumple una función. A nivel nervioso enciende una alarma en nuestro sistema y nos pone en estado de alerta frente a un peligro que requiere de todos nuestros sentidos para poder reaccionar.

Síntomas de un ataque de pánico

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Cuando esas sensaciones de miedo o de necesidad de huir se vuelven muy recurrentes y la amenaza real y la imaginaria (producto de nuestra mente) se empiezan a confundir, aparece la ansiedad y, con ella, la angustia.

Taquicardia, respiración acelerada, sensación de ahogo, temblores, sudoración, y náuseas son algunos de los síntomas que pueden presentarse en estas ocasiones.

Pero, ¿qué significado hay detrás de un ataque de pánico? En primer lugar, es necesario resaltar que estará vinculado con la historia de cada uno. Sin embargo, es posible señalar algunos significados emocionales generales:

- Sensación de ser poco apreciado/a

- Sensación de desprotección o desamparo

- Dificultad para expresar lo que siento o necesito

- Miedo a fracasar (auto exigencia)

- Falta de confianza

- Exceso de comparación con otros

- Miedo a vivir por miedo a morir

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Ansiedad: cuándo es normal y cuándo es un verdadero problema

El miedo que se siente en un ataque de pánico es real, por lo que el cuerpo actúa del mismo modo que lo hace al enfrentar una amenaza. Por eso es tan importante poder trabajar los significados emocionales que están detrás y recuperar la tranquilidad. Para eso es necesario un abordaje personal, interior y profundo, ya que muchas veces los miedos que se manifiestan tienen raíces en nuestros primeros años de vida.

Tenemos que aprender a confiar más en nosotros mismos, en lo que deseamos, más allá de lo que se pretende de nosotros, o incluso de las propias expectativas.

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Fuentes:

Memoria emocional

Alberto jose varela