¿Has sufrido alguna vez un espasmo o sacudida cuando estabas dormido? Si tu respuesta es sí, entras a formar parte del 70% de la población que los sufre habitualmente.

Las sacudidas hípnicas o mioclonías del sueño son pequeñas sacudidas involuntarias que ocurren cuando estamos pasando de la vigilia a las primeras fases del sueño. Empezamos a entrar en un estado onírico y súbitamente ¡parece que nos caemos! Nos despertamos molestos y sobresaltados ¿qué nos ha pasado?

Ante todo mucha calma, los expertos en trastornos del sueño coinciden en que no se trata de una patología, ni siquiera un indicador de llegar a sufrirla, sin embargo este fenómeno nos inquieta por lo desagradable de la sensación y queremos saber por qué ocurre.

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Otra característica de este fenómeno fisiológico es que “acostumbra a ir precedido de una pequeña alucinación, como caer por las escaleras o sentir que algo que se nos viene encima”, explica Carles Gaig, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y el Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Es probable que esta alteración tenga su origen en unas estructuras profundas del cerebro, que todavía no se conocen con exactitud

Aunque este tipo de sacudida puede resultar perturbadora, y sumar un motivo de preocupación a la larga lista de temores que acumulan las personas hipocondríacas, en realidad son muy frecuentes.

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Hay algunas teorías que intentan abrir camino en el origen profundo de nuestras imaginarias nocturnas desde una perspectiva evolutiva, algo así como un recuerdo de cuando fuimos primates y acostumbrábamos a dormir en las ramas de los árboles.

En un estudio realizado en la Universidad de Colorado (EE UU), dirigido por Frederick Coolidge, se menciona una hipótesis bastante aceptada sobre este fenómeno:

Las sacudidas hípnicas podrían ser un reflejo arcaico de la mala interpretación que hace nuestro cerebro durante la relajación muscular del inicio del sueño, como si fuera una señal que alertara a nuestros antecesores dormidos de que se está cayendo del árbol.

Esta reacción que arrastramos desde nuestra etapa como primates podría haber tenido en su momento un enorme valor evolutivo, ya que “ayudaba a revisar la posición de los que se dormían en un nido o en una rama, con el fin de evitar un golpe”, explica Coolidge en su estudio.

Sea cual sea la frecuencia de tus sacudidas nocturnas, hay factores que acentúan este fenómeno, como el estrés, la fatiga, dormir poco, haber realizado ejercicio muy intenso o el consumo de café o nicotina.

Aunque estos espasmos carezcan de significado clínico negativo, no dejan de ser una reacción del cuerpo fascinante.

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Fuentes:
El País
Bekia Salud