Facundo es un muchacho curioso, desde pequeño tenía claro que quería ayudar y ejercer la medicina. A medida que pasaron los años, notó que en la etapa universitaria las matemáticas le llevaban un esfuerzo extra. En ese momento, tomó la decisión de empezar psicología.

¡A pesar de todo nunca se dio por vencido!

El increíble testimonio del adiestrador que encontró a una perrita para desempeñar su vocación de servicio

En diálogo con La Nación brindó más detalles sobre su historia de vida. Sin dudas, nos inspira a perseguir los sueños y a no darnos por vencidos a pesar de las adversidades.

¡Y en el momento menos esperado despertó un nuevo talento y todo comenzó a tener sentido!

“Fue rebotar de carrera en carrera porque nada me apasionaba. Hasta que cumplí 27 años y empecé a estudiar adiestramiento. Fue un poco por insistencia de mis clientes de paseos -fui paseador de perros desde los 19 hasta no hace mucho- al ver mi trato y amor por los animales y otro poco porque ya no sabía que hacer. Y ahí encontré la confluencia perfecta de mi vocación por ayudar y trabajar con perros”, expresó con alegría a la prensa.

En ese sentido, ya en 2013, ingresó a la Universidad de Buenos Aires para formarse como adiestrador canino. Mientras tanto, tras varias investigaciones, comenzó a interiorizarse en la teoría y práctica de búsqueda y rescate de personas.

Y fue en ese momento cuando conoció a Oma, una perra que un compañero le facilitaba para llevar a cabo las prácticas. ¡El sueño de Facundo era desempeñarse como profesional con una perra con quien tuviera un lazo especial!

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Créditos: La Nación

Sin embargo, hubo un momento donde sus anhelos casi se derrumban. Esto fue así dado que un instructor le dijo a Facundo que su perra no servía para el trabajo.

Retomando sus palabras: “Pienso que lo mejor que le puede pasar a un guía principiante es que su perro no lo ayude, que lo obligue a pensar, salir a descubrir. Nuestros perros son nuestros mayores maestros, siempre. Buscamos vidas y no podemos tomarnos a la ligera la elección de un can. Con Ona nos fuimos conociendo, fuimos (seguimos) aprendiendo y los resultados llegaron. Ona me enseñó que frustrarme cuando las cosas no salen no sirve, si sirve abrir la cabeza, salir de la comodidad y aprender”.

Y enfatizó en lo siguiente: “Un perro de búsqueda es un perro como cualquier otro: es un ser vivo y sintiente y no un robot que cumple órdenes. Cuando un perro está buscando está en sintonía con su esencia cazadora, está olfateando, localizando a la persona perdida”, confesó Facundo Fernández.

¡Oma y Facundo son grandes compañeros de aventuras! Si bien han compartido rescates difíciles, día a día entrenan para salvar vidas y hallar a personas desaparecidas.

Según confesó a La Nación, actualmente cuentan con un nivel B (superior) de IRO en homologaciones para Perros de Búsqueda y Rescate y un nivel uno en las Certificaciones Nacionales de Cinotecnia.

Y como si fuera poco, Oma ha sido declarada perra operativa en localización de restos humanos.

“En la semana nos gusta ir temprano a un parque o similar para despejarnos, correr, caminar o entrenar. Ona y sus 3 hermanos, Quirón, Miguel y Kara también me acompañan en mi trabajo como educador canino para la sociabilización de otros perros”, concluyó el joven.

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¡No hay obstáculos que puedan detenerlos! Con disciplina, educación y amor seguirán cumpliendo sus misiones.