Si eres como yo, seguramente alguna vez te haya pasado de encontrarte con una persona en tu trabajo, en tu ciudad, o en cualquier parte que no tuviera ningún reparo en decir qué cosas le sentaban bien y qué cosas no, sin siquiera preguntarse qué querían los demás a su alrededor. Tal vez frente a eso lo primero que pensaste fue que era un/a egoísta. Pero luego, yendo un poco más hacia lo profundo, quizá también te hayas preguntado por qué tú a veces no te das la libertad de decir tan sueltamente qué es lo que prefieres y entonces esa persona egoísta de repente se convirtió para ti en un ejemplo de amor propio, de autoresguardo y cuidado. 

Pero, ¿son lo mismo? ¿Cómo diferenciar a alguien egoísta de alguien que tiene un gran mundo interior y sabe bien cómo cuidarlo? ¿Cómo distinguirlo en nosotros mismos? 

[Lee también: 5 formas de aumentar la confianza en ti mismo]

Quise averiguarlo y reuní todo lo que consulté en estas claves que aquí te comparto. ¡Ojalá te sirvan tanto como a mí!

Aún así, quiero hacer la salvedad de que no creo que haya personas "egoístas" como si fuera una etiqueta permanente. Todos podemos cambiar si tenemos la voluntad de hacerlo. Así que si te sientes identificado con los rasgos egoístas no te tortures, ¡felicítate! Es el primer paso para modificarlo. 

1. El amor propio se vive en abundancia; el egoísmo, en escasez

Cuando uno se siente bien consigo mismo, se encuentra en armonía y todo dentro de sí y hacia afuera es sentido desde la abundancia. Imagínate una taza que una vez que se encuentra llena, lo que hace es rebalsar y mojar a su alrededor. Con el amor propio es lo mismo. Una persona que se ama, cuida y acepta a sí misma, contagiará lo mismo a su alrededor; vivirá su amor en abundancia. Por el contrario, para una persona egoísta el amor es escaso y limitado, por eso lo quiere para sí, como si se tratara de una posesión, y sin importarle los demás a su alrededor. Lo que quiere es llenar su vacío interior a toda costa. 

[Lee también: 5 rasgos de las personas emocionalmente dependientes]

2. El egoísmo no desarrolla la empatía

Quizás alguna vez te pasó que hablando con alguien percibiste que dijeras lo que dijeras, la otra persona (¡o incluso tú mismo a veces!) no estaba escuchando, solo esperaba el momento para contarte lo que quería, sin ponerse en tu lugar. Es que la persona egoísta solo piensa en lo que necesita, no puede ponerse en tus zapatos porque en su mundo, solo existe una talla que es la propia.

[Lee también: 4 consejos para materializar lo que deseas]

3. Una persona egoísta siempre quiere más de ti y busca sacar provecho de lo que le conviene

Por lo general, una persona egoísta está acostumbrada a ser el foco de atención y así pretende serlo en todos los ámbitos. Por eso, no importa cómo estés, siempre esperará algo de ti. Quizás hasta podría calcular qué es lo que más le conviene y entonces acercarse a quien pueda proveérselo. Porque, al no saber cómo amarse a sí mismo y darse para su interior lo que necesita, busca tomarlo de otros, o bien que llegue de ellos sin hacer ningún esfuerzo. Pero cuando te niegas, puede enojarse de sobremanera porque por proyección, ¡tú eres el egoísta!

4. Manifestar lo que necesitamos, deseamos o no queremos, con amor, no es egoísmo

Elegir qué queremos hacer y qué no, sincerarnos para nuestros adentros y no cumplir con expectativas que no son nuestras, no hacer cosas por compromiso, no es egoísmo como algunos pueden pensar; es una forma de cuidarnos, de respetarnos, de amarnos. Siempre que esto se manifieste con amor, traerá armonía hacia el interior y se verá reflejado hacia afuera. Amarnos a nosotros mismos antes que a los demás no es egoísmo tampoco, es la forma más sincera en que podemos hacerlo. Porque si no nos cuidamos a nosotros, ¿cómo podremos hacerlo con los demás?

5. Amar no es "soportar"; y no soportar no es ser egoísta

Muchas veces amor aparece como sinónimo de "soportar", de tolerar. Aunque siempre amar a otro exige tener paciencia y desarrollar la empatía, eso no es igual a soportar cualquier cosa "por amor". Negarse a eso no es ser egoísta, sino, por el contrario, tener el amor propio suficiente para reconocer que eso no es lo que queremos, y autoresguardarnos.

El amor propio implica:

  • Conocernos a nosotros mismos, nuestras limitaciones, nuestras posibilidades.
  • Aceptar lo que somos tal cual es. Eso no implica conformarnos, sino evitar el castigo o la frustración.
  • Creer que merecemos lo mejor.
  • Respetarnos a nosotros mismos ante todo.
  • Aprender a cuidarnos y alejarnos de lo que nos hace mal.
  • Ser honestos y amorosos hacia nosotros mismos.
  • Tratarnos y hablarnos con amor.
  • Perdonarnos y darnos nuevas oportunidades para aprender.