En Argentina, las pequeñas y medianas empresas (PyMES) representan el 78% del empleo, el 67% del valor agregado y el 40% del producto bruto interno. Son el motor del desarrollo económico del país cumpliendo un rol fundamental y no sólo desde el aspecto económico sino también desde lo social, ya que generan trabajo y bienestar para la ciudadanía. Por otro lado, y algo no menor, son ágiles para incursionar en nuevos negocios y tienen una incidencia potencial sobre la competitividad sistémica, ya sea como proveedores de empresas ‘grandes’ o como exportadores de bienes y servicios (Di Ciano, M., 2016).

Pero ahora bien, en un contexto de crisis climática los impactos negativos sobre el ambiente cobran total relevancia para cumplir con los objetivos planteados por el Panel Intergubernamental de Expertos por el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) de mantener el calentamiento global por debajo de 2 °C respecto de la era preindustrial. En este sentido, las pymes también deben cambiar su manera de pensar pero sobre todo en cómo llevan adelante su producción. Es decir, lograr un equilibrio entre las dimensiones económicas, sociales y ambientales para lograr un desarrollo sustentable.

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Todo este contexto hace que las buenas prácticas sean el eje central al que se debe apuntar, no sólo en Argentina sino a nivel mundial. Simplemente por qué para lograr dichos objetivos no se pueden llevar a cabo de manera individual, por el contrario se hace de manera colectiva. Hablamos de la participación del Estado hasta el sector privado (entendiendo a éstas como las grandes empresas) pasando desde organizaciones de la sociedad civil así como también desde el ámbito académico y profesional.

En la actualidad, muchas empresas e instituciones trabajan para disminuir sus emisiones de carbono, conservar la biodiversidad, cuidar el ambiente, desarrollar mejores productos. Pero los desafíos son muchos más grandes y ahí es donde los distintos organismos pueden y deben actuar. ¿Cómo? Una buena alternativa es elaborar guías prácticas que permitan orientar a modelos de negocio sostenibles, que busquen no sólo reducir sus impactos negativos en el ambiente, sino también mejorar la calidad de vida de sus trabajadores, y aumentar la viabilidad y rentabilidad a largo plazo.

Por ejemplo, el Centro de Desarrollo Sustentable GEO de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires está próximo a presentar un manual de buenas prácticas con definiciones básicas, necesarias y concretas pero también con distintas herramientas que pueden ser utilizadas de manera sencilla e inmediata. Con una visión de la economía circular que permite, a través de diferentes estrategias en toda la cadena de producción y utilización de los productos y servicios, generar una gran oportunidad en el ámbito empresarial y mayor oferta de empleo.

Las buenas prácticas como recurso

Un manual de buenas prácticas es una herramienta útil para implementar una transición hacia negocios más sostenibles. Este tipo de aportes son los que permiten ejecutar de manera concreta acciones de triple impacto para tomar mejores decisiones en el desarrollo de proyectos, así como también para potenciar impactos positivos y/o mitigar los negativos que se generan con cada actividad productiva.

Pero también otra gran alternativa es divulgar conceptos que para las PyMES todavía siguen siendo nuevos, sobre todo en términos de sustentabilidad, como el de economía verde. Este tipo de economía a punta a un modelo económico que apuesta por un desarrollo sostenible y rentable que sea beneficioso económica, social y ambientalmente. Es decir, lograr el bienestar social, al tiempo que se reducen los riesgos ambientales y las amenazas climáticas. Consiste en mantener una visión a largo plazo en la que empresas, mercados e inversores garanticen la rentabilidad de forma equilibrada social y ambientalmente.

¿Cómo se llega a que las PyMES conozcan estos conceptos? Mediante publicaciones e investigaciones para su difusión. En ese marco, el objetivo principal de este tipo de documentos es proporcionar un insumo con recomendaciones para los tomadores de decisión pero también es necesario que sean de alcance a las pequeñas y medianas empresas.

Contribuir a la transformación integral e innovadora de hacer negocios, debe ser el enfoque central para lograr un desarrollo sustentable. Por lo cual es fundamental implementar acuerdos estratégicos en nuestro país, donde el Estado sea garante de la protección y administración de los recursos naturales, así como de la seguridad social, jurídica y la protección de la propiedad privada y el desarrollo productivo de las PyMES en materia de triple impacto.

* Por Andrés Montenegro, Relaciones Institucionales del Centro de Desarrollo Sustentable GEO de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.