Montañas verdes onduladas, numerosas cascadas, incontables plantaciones de té, puentes centenarios, estaciones coloniales, una espléndida biodiversidad, personas con una sonrisa eterna... La gama de emociones, esencias y panorámicas que este rincón del mundo nos regala convertirá esta travesía en un recorrido inolvidable. Abordamos la hermosa aventura ferroviaria entre Kandy y Ella.

Sri Lanka es una isla localizada en el Océano Índico. Si nos fijamos en su forma y ubicación podría asemejarse a una lágrima desprendida de la gigantesca India. Suponiendo que así fuera debería ser de alegría, pues los ceilandeses parecen vestir una mueca de felicidad durante su día a día. Para hallar el punto de partida de nuestro itinerario tomamos como referencia la capital, Sri Jayawardenepura Kotte, en la costa oeste. Desde aquí, deberemos realizar un trayecto de unas 3 horas en coche o al menos 5 horas y 30 minutos en tren para llegar a Kandy.

Este asentamiento fue levantado en un llano entre colinas y posee una curiosa mezcla de tradición budista y rasgos coloniales ingleses. Destaca el precioso lago artificial Bogambara, construido por el rey Sri Wickrama Rajasinghe en 1807, y el santuario Sri Dalada Maligawa o el Templo del Diente de Buda, como es conocido popularmente. Es el punto de partida elegido por muchos viajeros para comenzar sus andaduras en este emblemático tren que te transporta a una época pasada.

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Las vías por las que discurre el trazado fueron fundadas por los británicos a finales del siglo XIX. En aquellos tiempos, la antigua Ceilán se convirtió en el principal productor mundial de té. El empresario escocés Sir Thomas Lipton concibió la idea de adquirir varias plantaciones para reducir su coste de fabricación y así popularizar el extracto entre la clase obrera. Fue sin duda un visionario, yendo un paso más allá e inventando las actuales bolsitas de té. Hoy todos conocemos la marca Lipton.

Pese a que la distancia que pretendemos recorrer no es demasiado larga, tan solo 65 kilómetros en línea recta, la duración del viaje son unas 7 horas. Desecha la idea de que el recorrido será pesado y arduo, ya que los espectaculares paisajes agrestes, los ratitos asomados a las ventanas, las degustaciones de comida de los vendedores ambulantes y en general la fortuna de admirar naturaleza en estado puro serán recuerdos irrepetibles. De cualquier manera, si lo prefieres puedes pernoctar en Nuwara Eliya, a unas 2 horas y media del origen, y así disfrutar el camino de forma más liviana.

Nuestra ilusión por realizar este viaje era enorme, pero la realidad superó las expectativas. Estar sentados en las puertas abiertas con los pies colgando es una experiencia que merece la pena ser vivida. Probablemente estés deseando subirte a ese maravilloso tren azul que has visto mil veces en estampas de varios trotamundos, pero debes saber que dicho tren solo sale 2 veces al día. El resto de viajes se realizan en un tren de color rojo. Ambos conservan su propio encanto, así que si vas a realizar varios trayectos quizás sea una buena opción dejarte cautivar por los dos.

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Existen billetes de primera, segunda y tercera clase. Los tickets de primera clase pueden comprarse anticipadamente, sus asientos son los más cómodos y gozan de aire acondicionado. Sus puertas se mantienen abiertas pero sus ventanas cerradas así que no tendrás la oportunidad de realizar fotografías desde las mismas. Los boletos de segunda se adquieren en las estaciones y la butaca está reservada o no en función de la fecha de la compra y el precio. Para una butaca reservada deberás acercarte a la estación con varios días de antelación. En tercera clase los asientos de 2 o 3 personas no están reservados y no gozan de reposabrazos. La elección es cuestión de preferencias, pero en nuestra opinión es conveniente evitar primera clase para vivir una experiencia más auténtica y mezclarte con gente local.

Ella es una pequeña aldea situada entre montañas y valles, entre cascadas y plantaciones. Sus 1000 metros de altitud la convierten en un lugar de encuentro para mochileros, excursionistas y amantes del trekking. Una de las rutas más populares es la que llega a Ella’s Rock, que consiste en unos 9 kilómetros y entre 3 y 4 horas dependiendo del ritmo de la marcha.

Desde la estación principal de tren anduvimos unos 3 kilómetros por el lado izquierdo de las vías en dirección Kandy hasta la tercera senda a la izquierda tras la estación de Kithalella. Antes de dicha estación nos topamos con un puente de hierro desde donde se ven las cataratas Rawana, pero este camino es más enrevesado. Debemos llegar a un puente que cruza el río donde giramos a la izquierda y proseguimos el ascenso por las plantaciones de té. El tramo final es en línea recta, supone la pendiente más pronunciada y nos conduce al mirador de Hill Country, desde donde vislumbraremos el horizonte y nos empaparemos de una naturaleza exuberante.

Este viaje llenará tu alma. Te permitirá detener el tiempo y caminar por el pasado con tu experiencia del presente. Disfruta cada uno de sus kilómetros lentamente. Cuando estés en otro lugar y cierres los ojos, recordarás esta maravillosa aventura.

“Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”, Henry Miller.