Desde que nacemos, cada uno de nosotros, sin excepción, necesita del amor tanto como del alimento. La sensación de seguridad de un abrazo, la calidez de un beso, la calma de una caricia.

Pero a medida que crecemos y sufrimos por amor, podemos perder de vista que ese sentimiento es lo que nos impulsa y nos sostiene, lo más puro y genuino que reside en el centro de nuestro corazón.

Si eres romántico, o si estás desilusionado con el amor; si estás en pareja o aún no has encontrado a esa persona especial; si eres sensible o si crees te cuesta expresar lo que sientes, esta historia de amor te recordará que, incluso cuando creas que todo está perdido, el amor seguirá sosteniéndote y demostrándote que la vida es tan bella como elijas verla.

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La isla de los sentimientos

Cuenta una vieja historia que en una isla perdida en el océano vivían todos los sentimientos y valores del hombre. Estaban la sabiduría, la tristeza, el enojo, el buen humor, y tantos otros. Allí también llegó un día el amor. Pero, al poco tiempo, se conoció una noticia terrible: la isla se hundiría.

Rápidamente, los sentimientos y valores prepararon sus embarcaciones y huyeron de allí, pero el amor quedó en la isla, esperando que alguien le hiciera un lugar en su barco.

A su lado pasó la vanidad, con una barca repleta de lujos y destellos. El Amor le pidió que por favor lo rescatara de allí, pero la vanidad le dijo:

- Perdona, mi amigo. Mi barca está repleta de tesoros. No puedo agregar ni un gramo más.

El amor le pidió entonces ayuda al orgullo, pero también se rehusó:

- No puedo llevarte, amor. Yo debo salir de aquí solo. No necesito de nadie más.

Por la orilla pasó la tristeza, y el amor también le pidió ayuda. Pero nuevamente obtuvo una respuesta negativa:

- No estoy de ánimo para tus historias de final feliz, amor.

Cuando ya estaba a punto de darse por vencido, el amor escuchó una voz que le decía:

- Sube, compañero, salgamos de aquí.

Se sintió tan contento que nunca preguntó el nombre del barquero que, al llegar a tierra firme, volvió a alejarse en el horizonte.

Entonces el amor se acercó a la sabiduría y le preguntó:

- ¿Sabes quién me trajo hasta aquí?

– Ha sido el tiempo - respondió la Sabiduría con su voz serena y firme.

– ¿El tiempo? - se preguntó el amor - ¿Por qué será?

- Solo el tiempo es capaz de comprender cuán importante es el amor en la vida- respondió la sabiduría con una sonrisa.

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Fuente:

En buenas manos