William Kamkwamba era uno más entre los millones de niños pobres que viven en Malawi, uno de los países más necesitados de África."Antes de descubrir las maravillas de la ciencia yo era un simple granjero en un país de granjeros pobres, pero aquel año nuestra suerte se oscureció", relata William.En 2001, una hambruna dramática asoló Malawi y tuvo que dejar la escuela. Sus padres no podían pagar la matrícula (80 dólares) de acceso a la educación secundaria."En mi casa comíamos sólo una vez al día, por las noches", recuerda: "Miré a mi padre y después a los campos de siembra secos. Era un futuro que no podía aceptar".
Un molino hecho de chatarra
Se enfrentó a la situación entrando en un biblioteca. Tenía catorce años. Allí empezó a leer libros de ciencias, especialmente sobre física. Como no sabía inglés, el africano al principio sólo se fijaba en los gráficos y en las fotografías, tratando de relacionar las palabras con los dibujos. Fue así como se encontró con una imagen que cambiaría su vida: la foto de un molino de viento en un libro titulado Using energy."El libro decía que un molino podía generar electricidad y bombear agua, y eso significaba riego, una defensa contra la hambruna que estábamos pasando en aquel tiempo". Decidió construirlo. Pero como no tenía los materiales necesarios, tuvo que conformarse con la chatarra que encontró en un almacen cercano: el aspa de un ventilador, un amortiguador, los restos de una bicicleta, tubos de PVC...
Los últimos molinos de viento construidos por el joven africanoMientras tanto, Kamkwamba sigue su viaje. En África, retomó sus estudios de secundaria en un colegio bíblico y luego fue admitido en la elitista African Leadership Academy, en Sudáfrica. En la actualidad, estudia en la Universidad de Dartmouth y su sueño es dirigir su propia empresa de fabricación de molinos, para llevar la tecnología a África.Ahora tiene Twitter y ya ha sido invitado por Google como conferenciante científico. También ha escrito una autobiografía, The Boy Who Harnessed the Wind, donde relata su experiencia como inventor. Y el documental sobre su vida, William and the Windmill, sigue cosechando premios, el último este año en el festival South by Southwest, en Estados Unidos.Fuentes:http://www.elconfidencial.com
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