“Nosotros no vemos el mundo como es; vemos el mundo como somos nosotros”. Esta frase del filósofo y escritor hindú Krishnamurti define algo fundamental en la forma en que cada uno interpreta la realidad que vive.

Desde que empezamos a tomar consciencia en la infancia, y sobre todo al vincularnos y socializar, estamos condicionados por las experiencias de vida, las percepciones, las creencias y los paradigmas. Y es por esto que al convivir con las demás personas, pueden surgir situaciones de confrontación y emocionalidad distorsionada.

La llamada “Ley del Espejo” viene a sintetizar en detalle lo que aquel célebre filósofo nos legó: significa que todo lo de afuera -personas, circunstancias, hechos- son un reflejo de aspectos de nuestro interior.

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Aunque a veces sea duro de aceptar, cuando eres capaz de entender que cada persona que se cruza en tu vida tiene un propósito para contribuir con tu evolución, empiezas a ver otras dimensiones de la existencia. Justamente, es esta herramienta de autoconocimiento la que ayuda a que avances, profundizando en tu ser.

El foco está en poder observar las situaciones y soltar el resentimiento, odio o sentimientos de dolor y enojo hacia los demás, entendiendo que hay una parte nuestra que se reconoce en ese ‘espejo’ que nos refleja el afuera.

Las 4 leyes del espejo

Para comprender mejor las dimensiones es importante distinguir cuatro perspectivas:

1. Primera Ley

Todo lo que me molesta, irrita o quiero cambiar de la otra persona, también está dentro de mí.

Esto significa que si resuena de alguna manera altisonante y hace que se activen algunos estresores o sistemas de alerta en tu interior, es porque, de alguna forma, aunque sea inconsciente, ves un reflejo de ti aunque sea en parte con aquello que está sucediendo en ese instante.

No necesariamente tienes que adherir: sólo es información que puedes recibir en forma reactiva (enojándote, gritando, llorando, haciendo juicios hacia la otra parte); o proactivamente, observando, tomando distancia y utilizando ese estímulo de una forma que eleve tu aprendizaje al siguiente nivel.

2. Segunda Ley

Todo lo que el otro critica o juzga de mi persona, si me molesta o hiere, es algo que está reprimido en mí, y necesita ser trabajado.

Para entrar en la profundidad de esta segunda instancia, es necesario saber que el apego a los comportamientos que los demás demuestran hacia ti es una de las mayores causas de sufrimiento.

No se trata de ignorar lo que sucede, o hacer “como que te resbala”, sino que puedes observar qué parte tuya se siente tocada y por eso la emoción se expresa como si te lastimara.

Para que quede claro, es cierto que hay circunstancias en que las demás personas intentan lastimarte a propósito; sin embargo, tú eres quien tiene el poder de elegir el nivel de atención que le pondrás, que definirá la carga emocional que eso representará en tu vida.

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El sufrimiento provocado por alguien externo a ti es directamente proporcional a la carga de atención que le pongas. La carga de atención representa el poder interno que tú le cedes a esa situación.

Puedes "engancharte" y sufrirlo; o bien escuchar y observar tu emocionalidad interior para ver qué puedes sacar en limpio. E incluso, reconocer que hay una parte tuya que también tiene ese mismo comportamiento, y ahora se está evidenciando a través de la ley del espejo, que te lo muestra en forma de una situación concreta para que puedas palparlo y, si deseas, elaborarlo.

3. Tercera Ley

Todo lo que me gusta de la otra persona, lo que amo en ella, también está dentro de mí.

Conozco cientos de personas que no pueden hablarse a sí mismas con palabras amables y amorosas, y mucho menos, mirarse fijamente al espejo.

La tercera ley permite que aprecies la belleza, la bondad y todas las virtudes que puedes observar en los demás. Y es justamente eso lo que tú también tienes dentro. Porque nadie puede percibir lo que no tiene (como tampoco podrías darlo), porque de lo contrario, no tendrías formas de contrastarlo con una experiencia interior. Por eso lo percibes, porque hay algo de eso en ti.

Como nuestra vida se trata de vivencias y experiencias, al ver las cualidades en otro ser, el espejo está reflejándote las tuyas. Desde esta perspectiva, es posible que elijas quererte, tener más suavidad contigo, y descubrir rasgos positivos quizás desconocidos en ti, que se te muestran a través de los demás.

4. Cuarta Ley

Todo lo que el otro me critica, juzga o quiere cambiar en mi, sin que me afecte, le pertenece a esa persona.

Aquí aparece con claridad las leyes de la responsabilidad personal: sólo podemos hacernos cargo de nuestra parte, y no de lo que los otros hacen, piensan, sienten o dicen.

Sin embargo, si en alguna circunstancia lo que se manifieste en forma de crítica o un juicio hacia ti te duele o afecta, estarás en la segunda ley; y si no te afecta, le pertenece a la otra persona -esta cuarta ley-.

En este caso recomiendo la herramienta del soltar todo lo que no construye la realidad que te acerca a cómo quieres vivir, ser, sentir y hacer; cuanto más te desapegues del resultado, tendrás un mayor equilibrio interno.

Para trabajar en ello, es necesario que te enfoques en reducir al mínimo cualquier tipo de expectativa sobre cómo deberían ser las cosas, y dedicarte a construir un ser interno íntegro, fuerte, sólido y coherente.

6 beneficios concretos de la Ley del Espejo

Si decides tomar consciencia y prestar atención a la Ley del Espejo, hay aprendizajes que puedes experimentar desde hoy mismo; entre ellos:

  1. Tendrás un mayor autoconocimiento: sabrás qué está dentro de tu círculo de influencia, y dejarás de ponerte en situación reactiva frente a los demás.
  2. Tu parte oscura saldrá a la luz: al verla, puedes elegir trabajar sobre ella, lo inconsciente o la sombra -como también se le llama-, lo que se despierta a través de lo que otras personas reflejan de ti.
  3. Conseguir más paz interior: al no estar en guerra permanente, luchando contra el dios de la opinión propia y de los demás.
  4. Desarrollarás la empatía: podrás ver a las demás personas desde la dimensión que colaboran contigo entregándote reflejos de lo que tú también eres, para que puedas evolucionar.
  5. Humildad: estarás con mejor disposición para aceptar todo lo que queda por mejorar.
  6. Soltar tu afán de ser la víctima de la vida: asumirás un proceso interior de crecimiento y desarrollo, haciéndote cargo de la evolución para superar los aspectos que ves reflejados en el espejo que exponen los demás frente a ti.
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El filósofo colombiano Gerardo Schmedling dijo: “Lo que nos molesta de los demás, es lo que negamos en nosotros mismos”. Quizás sea hora de elegir evolucionar, crecer y responsabilizarte por lo que pones afuera y asumir tu parte, para regar tu autoconocimiento y florecer desde adentro.