Ser optimista en la vida tiene muchos beneficios. Puede mejorar la salud, las relaciones y el rendimiento laboral. Hace que las personas estén más dispuestas a aceptar nuevas oportunidades y estar abiertas a nuevas ideas.

Pero hay un punto en el que el optimismo puede resultar contraproducente.

El positivismo tóxico se da cuando tienes un exceso de positividad permanentemente. ¿Por qué es tóxico? Porque todos los problemas no pueden solucionarse con un simple ajuste de actitud. Así que aquí hay algunas formas de descubrir cuándo es el momento de dejar de lado la actitud positiva extrema y afrontar los hechos.

No estamos hablando de que hay que eliminar la tendencia de tener una visión positiva, porque indudablemente este aspecto nos ayuda a mantener el entusiasmo, la fe y la esperanza. De lo que se trata es de dejar de sostener a ultranza un pensamiento mágico acerca del mundo y los acontecimientos cuyo enfoque sea, permanentemente, casi una obligación de sentirnos bien.

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Ningún extremo es bueno

Los contrastes con la realidad más cruda pueden ayudarnos a tomar perspectiva, a observar y a conocer otras herramientas de afrontamiento, que exceden aquello de “sé positivo”. Esta postura es algo ingenua, porque hace falta algo más que esa actitud para sobrellevar las dificultades.

Dos investigadoras del tema, las psicólogas estadounidenses Samara Quintero y Jamie Long, comentan que hay una “positividad tóxica” que surge de la sobregeneralización de un estado de felicidad permanente, independientemente de lo que suceda.

En este caso, la toxicidad se da en que posiblemente las personas estén negando, minimizando o invalidando lo que podrían sentir, como frustración, tristeza, enojo o cualquier otra forma de emociones no contributivas, producto de la distorsión entre cómo quisieran que sean las cosas, y la cruda realidad.

Al no procesar convenientemente lo que siente una persona, se va haciendo una bola de nieve de emociones no expresadas o experimentadas con su contundencia, que puede volverse insostenible.

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Cómo saber si has caído en el positivismo tóxico

Algunas formas de detectar si estás sosteniendo un positivismo tóxico son:

- Finges que todo está bien permanentemente.

- Escondes o disfrazas los sentimientos verdaderos.

- Repites como un mantra “tengo que ser una persona positiva pase lo que pase”.

- Muestras falta de empatía al no percibir el dolor de las demás personas.

- Utilizas frases que en ocasiones pueden ser interpretadas como que intentas minimizar lo que sienten en tu entorno: “Todo estará bien”, “Hay que ser positivos”, “¿Qué tal si esto es un aprendizaje para ti?”

- Dices “Podría ser peor” frente a lo que te comentan, en vez de escuchar las emociones y experiencias de los demás, y dejar que las expresen abiertamente.

- Usas frases hechas como “Lo que sucede, conviene”.

El costo que pagas

La llamada “positividad tóxica” puede producir vergüenza, porque si siempre te muestras de esta forma, es posible que los demás sientan que no está dado el espacio para que expresen lo que les pasa ante ti, y tiendan a fingir que todo está bien, cuando no es así.

Además, se genera una supresión de las emociones, que lleva al estrés, porque al no procesarlas convenientemente genera un bucle interior que repite el patrón, por dentro. A la larga, es una olla a presión.

También puede aparecer cierto aislamiento, ya que la persona excesivamente positiva todo el tiempo tiende a evitar “contaminarse” por la realidad del mundo.

Lo ideal es mantener una postura de optimismo inteligente, donde balanceas las emociones sin perder contacto con la realidad.

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5 recursos para ser positivos sin ser tóxicos

Aceptar que las emociones traen información. Cada vez que se expresan en forma contributiva, o no, vienen a expresar algo que necesitamos saber. Está bien sentirte mal en ciertos momentos.

Reconocer la emoción. Ayuda a desactivarla más rápido, y a poder elegir conscientemente otro curso de acción.

Evitar utilizar frases hechas. Hacia otras personas, o con uno mismo, como consuelo por lo que se siente.

Animarte a expresar las emociones que aparecen, en tiempo real y en el tono adecuado. Por ejemplo: “discúlpame, hoy estoy teniendo un muy mal día y necesito estar solo. Me siento frustrado por tal situación, y quiero resolverla de la mejor forma posible.”

Dejar de querer que todo el mundo sea positivo. Aunque es un noble anhelo, las demás personas pueden elegir no ser positivas. Es su proceso en este momento de su vida, y es respetable, tanto como tu visión optimista frente a cualquier circunstancia.