En la provincia de Zaragoza, al noreste de España, existe un paraje único donde el arte y la naturaleza se funden en una obra maestra. A su paso por el pueblo de Nuévalos, el río Piedra modela un entorno asombroso en torno a un monasterio cisterciense del siglo XII. A día de hoy podemos visitar gran parte de las dependencias del inmueble, destacando el claustro, la sala capitular, la cilla (antigua bodega y granero), la sala de carruajes, la cocina, el refectorio, el calefactorio y las celdas.

En dichas cocinas fue elaborado el primer chocolate de Europa en 1534. La historia relata que un monje de la orden acompañó a Hernán Cortés en sus expediciones por México y remitió al abad un cargamento del producto junto a la receta acerca de cómo prepararlo. Si eres capaz de imaginar la emoción de probar esa bebida mágica, en esa época, es posible que sientas el sabor del chocolate en tu paladar.

Tras la desamortización de Mendizábal de 1835, el monasterio pasó a ser patrimonio público y fue subastado. Don Pablo Muntadas adquirió el edificio y sus bosques en 1840, transformándolo con el paso de los años hasta consumar la genialidad que reconocemos en la actualidad. La antigua huerta de los monjes fue declarada jardín histórico en 2010, comprendiendo un gratificante recorrido de unos 5 kilómetros con bellas cascadas, seductoras arboladas, grutas de cuento de hadas y auténticos remansos de paz.

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Los atractivos se suceden sin cesar. La ruta comienza con el vergel de Juan Federico Muntadas, área repleta de árboles de gran altura. Los siguientes puntos destacables son tres saltos de agua: el coqueto Baño de Diana; la Cascada de la Caprichosa, simétrica, estética e inmersa en un increíble paraje de carácter selvático; y la majestuosa Cascada de la Trinidad, donde el agua parece envolver finamente a la roca.

Continuando nuestro ligero ascenso daremos con Los Vadillos, una zona donde el río se ensancha y presenta pequeños desniveles. Más adelante nos topamos con la zona de Los Fresnos Altos y Bajos, territorio donde el agua fluye acariciando la piedra y el musgo produciendo una estampa de singular belleza.

Nuestro camino prosigue y la siguiente parada es la bonita Cascada Iris, la cual sentimos poder tocar desde el puente que cruza su poza. Desde aquí iniciamos el descenso por la conocida como Gruta Iris, una senda estrecha y de pendiente considerable que nos conduce hasta la parte alta de la imponente Cascada Cola de Caballo, la cual esconde una increíble gruta.

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Una serie de escalinatas y pasadizos nos guían hasta su base, siempre acompañados del intenso ruido que produce la caída de agua desde más de 50 metros de altura. Un sendero estrecho e iluminado discurre por el interior de una cueva llena de estalactitas y estalagmitas que finaliza en la base de la catarata.

Dejamos atrás este paisaje onírico y llegamos a la primera piscifactoría de España, donde tendremos la oportunidad de dar de comer a los peces con la comida que el parque abastece. El camino nos lleva al mágico Lago del Espejo, un ejemplo de tranquilidad y silencio donde parece que no transcurre el tiempo.

Nuestra travesía concluye ascendiendo hasta nuestro punto de partida, no sin encontrarnos varias sorpresas más. Pasea con calma y presta atención a aquello que te rodea, pues la flora, la fauna y la indomable fuerza del agua de este enclave es una incuestionable delicia para los sentidos.

“La medicina cura, la naturaleza sana”.