El cielo nos está regalando últimamente espectáculos poco habituales que se pueden observar a simple vista.

La pasada noche, Venus y Júpiter, los dos planetas más brillantes del Sistema Solar, se alinearon casi completamente hasta quedar a únicamente medio grado de distancia.

Fue exactamente a las 20:31 horas en el horario de la Costa Este estadounidense, según la NASA (la 01:31 del miércoles en horario CET).

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Quienes no llegaron a tiempo, podrán apreciarlo hoy (02.03.2023), aunque los planetas estarán cada vez menos alineados. La Luna, además, llegará a su apogeo (su punto más alejado de la Tierra) el viernes.

La alineación de planetas es un fenómeno habitual al que desde antiguo se ha querido dar distintos significados. Es normal, nuestro cerebro está entrenado "evolutivamente para buscar explicaciones".

Sin embargo, los astros, aunque parezcan acercarse, siguen estando a millones de kilómetros de distancia entre sí y de la Tierra, por lo que cualquier posible efecto sobre esta es nulo.

Esta búsqueda de significado se ha dado también históricamente entre los propios científicos. Todavía se estudian, por ejemplo, las tres Leyes de Kepler, descritas por el astrónomo Johannes Kepler, que vivió entre los siglos XVI y XVII, y que da nombre a uno de los grandes telescopios espaciales actuales.

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Como la primera Ley de Kepler, que afirma que los planetas se mueven en órbitas elípticas, o la segunda, según la cual barren áreas iguales en tiempos iguales. Un prodigio con los medios de su época.

Sin embargo, el científico alemán encontró muchas más leyes. Como una que relacionaba musicalmente los planetas. Y encontró que la Tierra estaba afinada en Fa, Mi y Sol… una combinación disonante de la que deducía que por eso abundaban en la Tierra la soledad, miseria y hambre ('fames', en latín). ¿Lógico, verdad?

Fuente: DW