Lima, la capital del Perú, considerada a nivel mundial la segunda ciudad más grande en medio de un desierto después de El Cairo, es además una localidad abastecida de agua principalmente por 3 fuentes: los ríos Chillón, Rímac y Lurín. De ellos, los primeros dos abastecen agua de los nevados de la Cordillera de los Andes. 

En la actualidad, la ciudad de Lima cuenta con cerca de 10 millones de habitantes, los mismos que tienen en promedioun aprovechamiento de 170 L/día*habitante. Este porcentaje incluye su consumo y quehaceres, además de muchas fugas de agua por falta de mantenimiento de grifos e inodoros, y algunas conexiones clandestinas que hoy representa aproximadamente el 30% de agua que no es facturada.

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La cantidad de personas que habitaba nuestra ciudad hace 50 años ha sido hoy triplicada y la mayoría de la población citadina está ubicada en Lima Metropolitana. Esto ocurre de manera similar en las ciudades costeras del país, donde además se desarrolla un gran porcentaje de actividades económicas; lo que significa que se necesitará más agua.

El gobierno central ha dado luz verde para el desarrollo de diversas represas y trasvases en diferentes partes del territorio nacional para abastecer el desmedido consumo de una población que también crece desmedidamente. El riesgo de esta decisión es dejar de observar el  verdadero problema que es el elevado consumo per cápita de agua en la ciudad y ciudades costeras.

En un caso como éste, deberíamos considerar darle más lugar al desarrollo de la cultura del consumo ecoeficiente que abastecer de manera inmediata la demanda de agua por parte de la población, ya que se trata de un recurso por demás escaso.

Las organizaciones ambientales estamos haciendo nuestro trabajo sensibilizando; y también las consultoras lo están haciendo, determinando la huella hídrica de las empresas.

Desde mi lugar, desde la tribuna de la sociedad civil, considero que sería conveniente desarrollar un plan de ecoeficiencia hídrica empezando con una plataforma municipal de gasfiteros que reparen los caños e inodoros de la ciudad, mejorando así la ecoeficiencia y dando valor al trabajo que realizan.

Nota por Alexander Aquiles Bernabel León