Trascender (de trans, más allá, y scando, escalar) significa pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa. Desde un punto de vista filosófico, el concepto de trascendencia incluye además la idea de superación o superioridad. Pero, ¿que diferencia al hombre corriente de una persona "que trasciende"?

Pues bien, toda persona que intenta superar los límites que le pone la vida, que intenta buscar sentido y conocimiento de su "yo" y de su existencia trasciende a un plano en el que la vida enseña su verdadera esencia y verdad.

[También te puede interesar: Humanos adaptados a la vida bajo el agua son la prueba de la evolución]

Desde el comienzo de la humanidad hemos estado obsesionados con seres perfectos. Y es verdad que hay un mayor potencial en cada persona para lograr evolucionar en la vida, pero para eso debemos trascender estas tres cosas:

1. El ego personal

Al igual que tu mente y tu cuerpo, el ego es una herramienta para experimentar la vida y crecer. No es su culpa que la gente sea esclava de esto.

El problema no es que tengamos un ego, sino que nos permitamos pensar que el ego es todo lo que somos. El ego es solo un carácter necesario que creamos para experimentar el mundo a través de él.

No hay crecimiento sin el ego, no hay lecciones, no hay evolución real. Sin embargo, llega un momento en el que necesitas ser consciente de que eres más que tu ego.

Necesitas trascender las cadenas del ego, para darte cuenta de que eres su creador, no su esclavo. No mates a tu ego, sino deja de ser su esclavo.

Y no solo tu ego, necesitas trascender los elementos que constituyen tu ego, como la historia que te cuentas a ti mismo, tu sistema de creencias.

2. La vieja narrativa

Hay una narrativa que la mente humana ha estado compartiendo, una narrativa tan antigua como la humanidad. Es la narrativa del bien contra el mal, la luz contra la oscuridad, el héroe contra el villano, la batalla eterna.

Y esta historia se ha contado una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez a través de innumerables formatos diferentes y quién sabe de cuántas maneras diferentes. Pero la historia es la misma. Dos lados: uno es bueno, el otro es malo. Siempre hay un enemigo. En cualquier lado.

Pero debemos ver la pista aquí. El mundo no está separado por lados. En verdad no hay tal enemigo real.

Hasta que sigamos diciéndonos esta narrativa, reflejaremos los conceptos del mal sobre los demás, crearemos lados. No hay lados. Eres tú y todos los demás.

[También te puede interesar: Así es como evoluciona la personalidad de tu perro con el paso de los años]

3. Los límites asumidos

Estos límites se establecen de innumerables maneras diferentes. Una es la norma, la otra es la cultura, la religión, los paradigmas sociales, la otra son nuestras propias limitaciones asumidas.

Hemos puesto un límite a nuestro potencial. Lo llamamos ser humano. Como no queremos asumir la responsabilidad de nuestro potencial, compensamos al imaginar a los dioses que estamos idealizando.

Hemos creado seres perfectos, historias de dioses a los que servimos y seguimos, pero hemos olvidado o no hemos sido conscientes de la verdadera razón por la que los creamos. Hemos imaginado a estos seres perfectos porque nos muestran el potencial de lo que podemos llegar a ser.

Quizás es por eso que necesitamos trascender estas supuestas limitaciones. Tal vez podamos esforzarnos por ser más como los dioses que hemos imaginado si dejamos de soñar en la perfección.

¡Nuestra verdadera evolución se encuentra en regresar a nuestra verdadera esencia!

Fuentes:

Life Coach Code

El Periódico