Irán pasa de la bomba atómica a las plantaciones de opio: el secretario general del Estado Mayor Antinarcóticos, Hossein Zolfaghari, anunció que el Gobierno iraní analiza la posibilidad de otorgar licencias para plantar y cosechar amapolas con fines medicinales. Según las convenciones internacionales, Irán está autorizado a cultivar esta planta bajo control para la industria farmacéutica.

Razones detrás de la propuesta

Zolfaghari señaló que la disminución de la calidad del opio incautado, el aumento de la demanda de medicamentos y la reducción de importaciones desde Afganistán motivan este plan. El proyecto de cultivo controlado de adormidera ya está redactado y espera aprobación por parte de la jefatura antinarcóticos dirigida por Masoud Pezharkian, presidente de Irán.

Historia del cultivo de opio en Irán

Irán fue parte del Protocolo de 1953 que autoriza el cultivo de amapolas para fines médicos. Durante más de ocho décadas, esta actividad fue legal para abastecer a la industria farmacéutica. Sin embargo, en 1982, el Consejo Revolucionario prohibió su producción y el país renunció voluntariamente a su derecho legal de cultivarla.

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Granja de amapolas© کانوا پرو
Granja de amapolas© کانوا پرو

El problema de las drogas y el papel de Irán como ruta de tránsito

La prohibición no resolvió el problema. La producción de opio en Afganistán y Pakistán convirtió a Irán en ruta clave hacia las refinerías ilegales de heroína en los Balcanes. Mientras tanto, la producción de metanfetaminas y heroína aumentó, y los decomisos de opio se redujeron.

Con el regreso de los talibanes en 2022 (año 1401 del calendario iraní), se prohibió la producción y comercio de drogas, reduciendo drásticamente el cultivo de adormidera en Afganistán. Sin embargo, en pocos años volvió a crecer, llegando en 2017 a 328.000 hectáreas, muy por encima de las 8.000 que había en 2001.

Debate político y necesidades medicinales

Reza Sepahvand, parlamentario por Khorramabad, criticó la dependencia de importaciones de opio de baja calidad y defendió un plan de producción nacional controlada para cubrir las 600 toneladas anuales que necesita el país solo para uso medicinal. Según sus palabras, “esto no tiene relación con fomentar la adicción, que ya se ha industrializado”.

Entre los posibles problemas se encuentran el desvío de opio al mercado negro, el riesgo de aumento en el consumo y la delincuencia asociada. Las autoridades deberán garantizar mecanismos de control estrictos para evitar que el opio medicinal sea usado con fines ilícitos.