El regatista olímpico Yago Lange se cansó de navegar entre residuos y se propuso hacer algo al respecto. “Estábamos navegando en el Río de la Plata y me encontré con mucha basura que flotaba: botellas, bolsas, pedazos de bicicletas y electrodomésticos”, cuenta el deportista argentino de 31 años e hijo de Santiago Lange, ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2016.

A Yago le sorprendió que a ninguno de sus compañeros le llamara la atención la cantidad de residuos que contaminan los ríos y, por ende, los mares y océanos. Su cabeza hizo un clic. “Propuse en mi cuenta de Instagram hacer una limpieza en el Náutico de San Isidro, mi club de toda la vida”, relata. Tres días antes de la jornada, terminaron organizando 25 limpiezas alrededor del país. Así, nació su proyecto "Limpiemos”.

Luego de esta primera experiencia, su activismo ambiental comenzó a crecer. En febrero de 2019, organizó junto con Unplastify -organización que busca concienciar sobre el consumo del plástico- una segunda jornada de limpieza.

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Cuidar aquello que amamos

Al pasar la mayor parte de sus días en el mar, Yago y los demás regatistas ven con sus propios ojos las consecuencias del excesivo consumo de plástico en los océanos. “Me di cuenta de que es muy incoherente usar estos productos que hacen sufrir al lugar que amamos”, sostiene.

Algo que lo ayudó mucho en su constante aprendizaje sobre el cuidado del planeta, fue viajar por el mundo, gracias a su profesión. “En otras culturas, vi más desarrollado el concepto de lo reutilizable. Sin embargo, me pasó de sorprenderme de lo limpio que estaba Nueva Zelanda, pero luego me enteré de que exporta su basura a Asia”, explica, y resalta la importancia de estar informado.

Hoy, ya no solo organiza limpiezas en las costas de Argentina. Además de las 14 jornadas de 2019, Yago llegó a convertirse en embajador de Parley, una organización internacional que promueve el cuidado de los océanos.

Parley trabaja con la estrategia AIR: avoid, es decir, evitar los plásticos descartables; intercept, o intervenir para que estos no lleguen al agua; y redesign, o rediseñar el material y nuestra relación con él. Durante enero y febrero, van realizar limpiezas en siete puntos de Argentina: Bariloche, Ushuaia, Córdoba, Rosario, Buenos Aires, Puerto Madryn y Mar del Plata.

“No me gusta llamarme un activista ambiental. Soy deportista y milito en las redes sociales y a través de las limpiezas”, asegura Lange.

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Cambiar la mirada

Su perfil de Instagram pasó de ser una cuenta personal a estar enfocada en las limpiezas. El post con más "me gusta" es una foto que muestra más de cincuenta botellas de plástico abolladas sobre su cama del hotel en los Juegos Panamericanos Lima 2019.

“Quería mostrar la cantidad de envases plásticos que se desecharon solo para esa competencia. Ese día, saqué la cuenta: 500 atletas de vela, compitiendo por diez días, tomando un mínimo de cinco botellas por jornada gastaron unas 25.000 en total”, explica. Esto solo fue por esa categoría, ya que en total hubo casi 7.000 participantes en la competencia.

Las limpiezas lo ayudaron a cambiar el rumbo de su vida hacia uno más sustentable. “Desde que empecé con esto, comencé a comprometerme con la lucha contra el plástico de un solo uso, promover el consumo comida orgánica, comprar a granel y reducir mi huella de carbono”, afirma.

Si bien está seguro de que las acciones individuales no son la solución final a la crisis climática, sí cree en su parte positiva. “Cada uno debe pensar dónde puede generar un impacto. Las limpiezas no solo generan conciencia, sino que acercan el problema a más personas, ayudándolos a entender que ellos también son parte de eso, aunque crean que su botella de plástico no afecta a nadie”, concluye.