Los bosques albergan más de 60.000 especies arbóreas diferentes y proporcionan hábitats al 80 por ciento de las especies de anfibios, el 75 por ciento de las especies de aves y el 68 por ciento de las especies de mamíferos en el mundo. Se estima, además, que al menos un tercio de la población global depende directa o indirectamente de estos. Además, son unos grandes aliados en la lucha contra el cambio climático, ya que los árboles atrapan y almacenan dióxido de carbono, con lo cual contribuyen considerablemente a mitigarlo.

En Panamá, los datos obtenidos de los bosques del Darién, donde se pueden encontrar árboles de más de 60 metros de altura, los datos hablan por sí mismos. "Un árbol de ese tamaño en Darién almacena más de 50 toneladas de carbono”, explica a DW Catherine Potvin, profesora del Departamento de Biología de la Universidad McGill (Canadá).

"En unos territorios de Darién se acumulan más de 500 toneladas de carbono por hectárea, lo que es cinco veces más alto que el promedio nacional”, añade.

Panamá, un país megaboscoso

Esta ecóloga de bosques tropicales, que cuenta con cerca de tres décadas investigando en el país centroamericano destaca las particularidades de este ecosistema. "Es un bosque intacto, no hay una carretera que lo atraviese, no hay apertura, para el proceso ecológico es muy importante, hay toda la capacidad de regeneración”, explica, recalcando la importancia de su existencia.

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"Panamá es un país megaboscoso, el 40 por ciento de los bosques primarios es muy alto”, asegura Potvin, recalcando el papel que ejercen los pueblos originarios en la lucha contra la deforestación. "Nuestro trabajo demuestra que los territorios donde hay pueblos indígenas tienen más carbono y hay una menor deforestación”, puntualiza, subrayando que son "los guardianes del 60 por ciento de los bosques del país y son el 13 por ciento de la población”.

La ardua tarea de mantener el bosque en pie

Aunque desde hace pocos años estos estudios han puesto en valor, como sumidero de carbono, las tierras de los emberá, estos bosques no fueron vistos siempre desde esta perspectiva.

“En la década de los 70, 80, 90 se dio un fenómeno de explotación forestal sin ningún tipo de control y prácticamente llegaba mayor impacto a los territorios indígenas”, explica a DW Cándido Menzua, dirigente del pueblo emberá y wounaan. “En Ciudad de Panamá se otorgaban concesiones forestales en cualquier parte del país, sin tener ningún reparo sobre a quién pertenecían esas tierras”, recuerda,

La situación empezó a cambiar tras la lucha por el reconocimiento del pueblo originario que terminó en 1983, con la creación de una comarca específica y una ley para mantener los bosques y evitar que se destruyan. Sin embargo, “los madereros influencian a algunas comunidades para seguir extrayendo madera del bosque”, lamenta Menzua, recordando que tuvo que pasar una década para expulsarlos del territorio.

Durante los años sucesivos se han ido llevando a cabo proyectos e iniciativas para gestionar de manera sostenible los bosques. La última de ellas es la iniciativa Protección y Restauración de Bosques Ancestrales de la Nación Emberá y Wounaan en Panamá, que busca la protección y restauración de los bosques ancestrales que conforman los territorios de la nación Emberá y Wounaan y tiene una proyección a 30 años y dará protección a 200 mil hectáreas de bosques, en una primera fase. Una vez concluido, se estima la protección de medio millón de hectáreas dentro del territorio panameño.

Fuente: DW.