Un grupo de nueve mujeres de entre 54 y 72 años lleva más de 35 años haciendo acciones benéficas anónimas para alegrar a aquellos que necesitan un poco de felicidad en sus vidas. Durante tres décadas, mantuvieron su trabajo tan en secreto que ni sus esposos sabían lo que hacían. Se llaman a sí mismas “Las nueve abuelitas” (The 9 Nanas) y ya han donado aproximadamente US$900.000 a su comunidad local, en Tennessee, Estados Unidos.

Por más de tres décadas, nueve mujeres repartieron a medianoche cientos de paquetes y pasteles para aquellas personas del oeste de Tennessee que necesitaran saber que alguien en el mundo los amaba. Todo comenzó en una de sus habituales partidas de cartas, cuando comenzaron a recordar a los abuelos de las cuatro hermanas del grupo.

“Cuando la abuela Ruth leía en el periódico que alguien había fallecido, le enviaba a la familia uno de sus pasteles. No importaba si no los conocía. Sólo quería sacarles una sonrisa. Nosotras empezamos a pensar qué podíamos hacer para marcar una diferencia así”, relata Mary Ellen, una de las nueve. Así, mientras cada una proponía sus ideas, se les ocurrió empezar a lavar su ropa ellas mismas y darle un buen uso al dinero que ahorraban. Calcularon que lograrían juntar unos US$400 por mes y sus esposos no lo notarían.

Habiendo encontrado una solución para recaudar un poco de dinero, comenzaron a escuchar lo que la gente decía mientras hacía sus compras en el supermercado, o mientras esperaban en el salón de belleza. Cuando escuchaban que una mujer había enviudado o que una madre soltera estaba teniendo problemas para pagar las cuentas, averiguaban dónde vivía y le enviaban un paquete con una nota que decía “Alguien te ama”. A veces pagaban sus cuentas, para evitar que les corten los servicios, o les compraban ropa a los niños. En cada envío, incluían un pastel como los que hacía la abuela Ruth. “Si escuchamos que una persona necesita un poco de felicidad, hacemos todo lo que está a nuestro alcance para encontrarla”, le dijo la abuela Pearl a The Huffington Post.

Cuantas más acciones benéficas realizaban, más se envalentonaban. “Pasábamos con el auto por barrios de bajos ingresos y buscábamos hogares que tuvieran ventiladores en las ventanas. Eso nos decía que los habitantes no tenían aire acondicionado. Si era de noche y no veíamos luces encendidas, entendíamos que les habían cortado el suministro. Antes de que saliera el sol, volvíamos y dejabamos un paquete”, relata Mary Ellen.

Durante tres décadas lograron mantener sus acciones en secreto. Pero hace cinco años, el esposo de Mary Ellen advirtió un aumento desmedido en el kilometraje del auto y notó que faltaba una buena parte de los ahorros que tenían. En ese momento, esta abuela llamó a las otras ocho mujeres. Todas ellas reunieron a sus maridos y les contaron todo.

Perplejos por el tiempo que sus mujeres habían guardado el secreto y por no haberlo advertido jamás, los hombres decidieron ayudar. Al poco tiempo, las parejas decidieron contarle a sus hijos, que ya eran grandes. A los más jóvenes se les ocurrió vender pasteles en línea para recaudar más dinero y, así, poder ayudar a más personas. Para eso, crearon el sitio web Happiness-Happens.com. Al poco tiempo, comenzaron a recibir más de 100 órdenes por día. Su especialidad son los pasteles de limón y requesón. Las abuelas son muy exigentes con sus estándares de calidad: todos los ingredientes deben ser orgánicos. Además, para asegurarse de entregar productos frescos, hornean a medida que reciben los pedidos.

Para llegar a entregar las órdenes a tiempo, las nueve abuelitas se mudaron a la cocina del restaurante de uno de sus hijos. Hornean antes de que salga el sol y se van antes de que el personal llegue. Con los ingresos de las ventas en línea, pueden hacer donaciones aún más grandes. Hace poco invirtieron US$5.000 en almohadas, ropa de cama y productos de cuidado personal que compraron para un refugio de sobrevivientes de violencia doméstica. También organizan un evento que se llama “El mes de la felicidad” (Happines Happens Month), en el que le envían un símbolo de agradecimiento a una persona de cada estado que haya marcado la diferencia en su comunidad.

En su sitio web explican que si bien la gente siempre dice que se trata de dar y recibir, para ellas se trata de dar y dar: “Si todos dan un poquito, no hay nada que tomar y no hay lugar para el egoísmo”, destacan. “Queremos que la gente sepa que hay una persona en el mundo que se preocupa lo suficiente como para hacer algo. Queremos asegurarnos de que la felicidad suceda”, concluye Mary Ellen.

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