A todos nos puede costar en algunos momentos controlar nuestras emociones y a los niños, particularmente, esto puede llenarlos de angustia. Del mismo modo, los padres también sufren cuando sus hijos están nerviosos o enojados. Pero una de las mejores formas de abordar estos momentos, es mediante el juego.

Jugar con los niños, o procurar que tengan juegos y juguetes que estimulen su creatividad, es una manera de ayudarlos a sentirse mejor.

También se puede construir junto a ellos un juego cómo este: el frasco de la calma, una metáfora sobre las propias emociones que los ayudará a descubrir, jugando, cómo funciona su mente y, de ese modo,sentirse más tranquilos.

El frasco de la calma es un juguete que puede armarse en casa y que fue creado por especialistas para enseñar a los niños a entender cómo operan las emociones y pensamientos en la mente.

El frasco, lleno de destellos brillantes de distintos colores que se agitan y se mezclan, y luego recobran lentamente la tranquilidad, representa las emociones que pueden "agitarse" y "calmarse" de la misma manera. Cuando los niños están intranquilos, solo tienen que agitar su frasco de la calma y observar cómo va retornando su estado de reposo, mientras que sus emociones también lo hacen y ellos reflexionan observando los colores en movimiento. Puede ser una forma divertida y sencilla de que los niños aprendan a meditar.

Nota: utiliza glitter líquido, que viene ya mezclado, porque la purpurina tradicional es peligrosa para los niños, ya que pueden aspirarla y ahogarse.

Materiales


¿Cómo se hace?

  1. Este proyecto se hace en conjunto con los niños, porque es importante que sean conscientes de que los colores representan las emociones. Primero se llenan tres cuartas partes del frasco con agua y vaselina líquida vegetal o algún aceite de color claro, mezclados en partes iguales. El aceite hará que los brillos no se precipiten rápidamente hacia el fondo.
  2. Diluyan las plasticolas con purpurina de distintos colores en recipientes con un poco de agua, para que luego se mezclen mejor con el líquido. Se utiliza este tipo de brillos porque la purpurina convencional, en seco, es peligrosa para los niños. 
  3. Junto con los niños, asocia cada color a una emoción: ¿el negro se parece al enojo? ¿Al aburrimiento? ¿El celeste nos recuerda a la tranquilidad? No hay reglas preestablecidas, ya que cada niño tiene su manera de ver e interpretar el mundo. Vayan colocando cada color en el frasco, y cuando estén todos ciérrenlo bien.
  4. Agiten el frasco, y luego reflexionen: ¿qué pasa con las emociones? ¿Se mezclan cuando se agitan? ¿Cuánto tardan en volver a su estado original? Ésta puede ser una excusa para dialogar con los niños sobre sus emociones y pensamientos. Luego, su frasco de la calma puede convertirse en un pequeño ejercicio que hagan cada vez que se sientan enojados: tendrán que agitar el frasco, ver cómo las emociones se agitan... ¡Y respirar hondo mientras observan cómo retornan a su estado original!

Bonus

Con los mismos materiales, pero utilizando glitter de solo un color, y reciclando algunos juguetes viejos, como estas tortuguitas, puedes hacer un frasco de tortugas nadadoras para que los más pequeños se diviertan observándolas.

También puedes hacer una nebulosa encerrada en un frasco. ¡A todos les encanta!