Noelia Garella soñó con ser maestra jardinera desde que era pequeña porque siempre le encantaron los niños. Hoy, a los 31 años, es la encargada de una sala en un jardín cordobés. Eso no sería sorprendente para nadie. Pero Noelia tiene Síndrome de Down, por eso tuvo que pasar muchos años derribando prejuicios hasta alcanzar su objetivo.

Las personas con Síndrome de Down pueden aprender, estudiar, tener un trabajo y cumplir con sus responsabilidades, como muchos de ellos demuestran día a día. Ése es, por ejemplo, el caso de Los Perejiles, un grupo de chicos argentinos con Síndrome de Down que crearon su propia empresa, entre otros.

Las docentes y directivos que trabajan con Noelia y los padres de sus alumnos no tienen más que elogios para ella. Susana Zerdan, directora del jardín de infantes Jeromito, cuenta que fue: "Una experiencia única en el equipo" integrar a Noelia al cuerpo docente, y que: "La integración y la naturalización con las que la asumen los chicos para nosotros ya es una enseñanza de vida".

Noelia se recibió de maestra en 2007. Sin embargo, recién en 2012 consiguió comenzar a trabajar en un jardín. Lo hizo en el jardín "Los capullitos",  que confió en ella para estar a cargo de un programa de estimulación temprana en el cual, varias veces por semana, ella leía cuentos a los niños de diferentes salas. Llegó a ese jardín junto a una odontóloga a la que acompañaba en una campaña de salud bucal, porque un trabajo como maestra no le había sido fácil de conseguir.

Más adelante consiguió estar a cargo de una sala de niños menores de dos años algunos días de la semana. Para que pudiera ejercer en su cargo, el jardín tuvo que pedir una autorización especial, pero la municipalidad no solo le permitió trabajar, sino que, viendo su potencial, le dieron un puesto permanente. Finalmente, consiguió un cargo titular.

"Con los niños siempre me siento bien, sus padres me adoran y las otras maestras y las directoras que he tenido son unas divinas", explica Noelia. Y tiene un consejo para sus alumnos y para la sociedad: "Yo lo que quiero es que lean, que escuchen, porque en la sociedad hay que escuchar".

La historia de Noelia es seguramente una alegría y un ejemplo para las familias de niños con Síndrome de Down que se enfrentan a muchos prejuicios y se preocupan por el futuro de sus hijos. 


Su familia está orgullosa de ella, pero los padres de Noelia contaron a los medios los momentos difíciles que vivieron durante la crianza de su hija.

Cuando ella nació, un médico le dijo a su padre que tenía una mala noticia. "¿Murió? ¿Está grave?", preguntó el papá. "No, peor", respondió el médico."Tiene síndrome de down".

Aunque sus padres siempre supieron que la vida de Noelia era una noticia maravillosa, ése no fue el único momento difícil que tuvieron que enfrentar. Más adelante, la directora de un jardín de infantes les dijo que no podía admitir a su hija como alumna "porque era un monstruo". Casi treinta años después, ella demostró que no solo podía ser alumna de un colegio como ése, sino también una excelente docente.