¿A quién no le pasó alguna vez que al comprar un par de zapatos bonitos que parecían cómodos, e incluso probárselos, luego de tenerlos puestos varias horas, comenzaron a sentirse apretados?

O también puede que los hayas comprado sin probar, que sean regalados, que con el tiempo se hayan encogido, o que quieras alargar por un tiempo más la vida útil del calzado de los niños.

En todos esos casos, y para zapatos de cualquier tipo (desde zapatillas de tela hasta zapatos de fiesta, pasando por botas, borcegos, mocasines y lo que se te ocurra), este fácil truco puede ser útil. Incluso también puede usarse con sandalias y otros calzados abiertos.

¡Aprende cómo hacerlo!

Materiales

Procedimiento

  1. Llena con agua las bolsas plásticas. Tienes que poder manipularlas, por lo tanto no deben estar demasiado llenas. Ciérralas muy bien, con un nudo o con su cierre hermético, y revisa que no tengan ninguna rotura. Si quieres agrandar punteras o zapatos de niño, utiliza bolsas más pequeñas.
  2. Coloca cada bolsa dentro de uno de los zapatos, acomodándolas para que ocupen todo el calzado. Haz que lleguen bien tanto a las puntas como a los talones. Si es necesario, coloca dos bolsas. Ten mucho cuidado de que no se revienten.
  3. Coloca los zapatos en el freezer o congelador una noche, o la cantidad de horas suficientes para que el agua se convierta en hielo. 
  4. Quita los zapatos del congelador, espera que el hielo se derrita y quita las bolsas.
  5. ¡Listo! Ya puedes probarte los zapatos para ver si quedaron como nuevos.

¿Cómo funciona?

Cuando el agua se congela y pasa del estado líquido al sólido, se dilata. De esa manera, al aumentar su tamaño, estira el zapato, como si lo hubieras colocado en la horma, que es el método que utilizan los zapateros.