Los niños son seres muy sensibles, que están en pleno desarrollo físico e intelectual. Por eso, la forma en la que sus padres o tutores se relacionan con ellos deja una verdadera huella en su vida, que puede ser buena o no tanto.

Todo padre puede haberse encontrado desbordado alguna vez por una situación y terminó gritándole a su hijo. No debes creer que eso te hace una mala persona, o que has arruinado la vida del niño. Sin embargo, cuando reaccionar con gritos y reprimendas fuertes es la única manera de relacionarse con los chicos, eso sí puede traer consecuencias.

Tal como dice la experta en crianza Tania García, “las consecuencias negativas de los gritos a nuestros hijos son múltiples; los beneficios, ninguno”.


A continuación, te contamos las consecuencias que pueden tener en el cerebro de un niño los gritos permanentes, y algunas ideas para evitarlos.

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Lo que le sucede a un niño cuando le gritas

El cerebro de los niños está en desarrollo, y cuando les gritas este órgano sufre cambios que, a largo plazo, pueden ser negativos para ellos:

Aunque hay quienes creen que gritando es como el niño aprende, en realidad están equivocados. Lo único que registra es que debe ser sumiso ante la autoridad, pero no entiende los motivos por los que le está sucediendo eso.

Es decir, que no logra incorporar conocimientos que le sirvan para desenvolverse en la vida a partir de los gritos.

Cuando se le grita a un niño, su cerebro activa todas las defensas del miedo. Libera dopamina y adrenalina, las hormonas que preparan al cuerpo para huir. Son las mismas que causan el estrés crónico, por lo que gritarle a un niño es generarle permanente estrés de forma innecesaria.

Seguramente estás de acuerdo con que los recuerdos negativos a veces pesan más que los positivos. Cuando le gritas a un niño, lo único que hace es registrar en su cerebro malos recuerdos que, a largo plazo, le generarán problemas emocionales, angustia y ansiedad.

Cómo evitar gritarles a los niños

Nadie quiere causarle tanto daño a un niño. Sin embargo, los padres que gritan a sus hijos no lo hacen en el afán de lastimarlos. En muchos casos, simplemente no conocen otras maneras de educar.

Estos son algunos de los consejos que más pueden ayudar a un padre o madre en esta situación.

Puede ser difícil, pero es importante hacer el esfuerzo de mirar las cosas desde los ojos del niño. Lo más probable es que si hizo una travesura, no haya sido con maldad, ¿Qué estaba pensando cuando lo hizo? No hay que caer en la trampa de que el niño hace las cosas para lastimarnos. ¡Eso es cosa de adultos!

Seguramente el punto anterior es difícil. Por eso, es fundamental escuchar lo que el niño tiene para decir. Al tomarse un momento para escuchar su versión, seguramente será mucho más sencillo poder ponerse en su lugar y entender dónde está el problema.

Mucho más efectivo que gritar, es dialogar. Porque si el niño ha hecho algo malo, o está equivocado, no lo entenderá si le gritamos. Solo dejará de hacerlo -si es que lo hace- por miedo.

En cambio, es recomendable dialogar tranquilamente con un tono de voz sosegado, mirando al niño a los ojos y poniéndose a su altura. Pero sobre todo, buscando las maneras de comunicarse con él para que comprenda la postura de sus padres, no solo la acate.

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En cualquier caso, puede que haya días en los que los padres se dejen llevar y terminen gritando. Ya lo dijimos antes, a veces el estrés diario puede generar esos exabruptos. En ese caso, lo más importante es, cuando las cosas se han calmado, pedir perdón. Sí, los hijos también merecen recibir una disculpa cuando sus padres se han pasado del límite del respeto con ellos.

Perdirles perdón e intentar, ahí sí, dialogar de forma tranquila es la mejor manera de revertir las consecuencias de gritarle a un niño.

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Fuentes:

ABC

Gesvin