Por Antonio Madera del Pozo, Universidad Pontificia Comillas y Natalia Cassinello Plaza, Universidad Pontificia Comillas

El pasado 22 de septiembre 130 entidades financieras de todo el mundo, entre las que se encontraban las españolas Santander, BBVA, CaixaBank, Cajamar, Bankia, Sabadell y Abanca, suscribieron formalmente los Principios de Banca Responsable, es decir, mostraron públicamente su compromiso con la sostenibilidad y el crecimiento inclusivo.

El acto tuvo lugar en el marco de la Asamblea General de la ONU y supuso el punto de partida de un nuevo modelo de negocio financiero respetuoso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030.

Estos principios, elaborados por el propio sector bancario y la ONU, se desglosan en seis compromisos en los que, entre otros, los bancos signatarios se han comprometido con el crecimiento inclusivo, canalizando el crédito hacia actividades respetuosas con los ODS, mejorando el gobierno corporativo, o fomentando su transparencia y, sobre todo, su responsabilidad hacia la sociedad.

¿Qué esperamos de este nuevo modelo de banca?

No tenemos duda de la positiva contribución de este papel activo en el avance de la Agenda 2030 y los ODS, cuyo éxito es además una responsabilidad compartida con los gobiernos, empresas y ciudadanos, sino que también creemos que el viraje hacia un nuevo modelo de banca permitirá mejorar la solvencia de las entidades financieras, con el consiguiente fortalecimiento del sistema financiero.

En este sentido, la consideración de estos nuevos factores, además de los crediticios, en el análisis de la solvencia de su clientela o en la idoneidad de sus inversiones, permitirá medir de forma más ajustada el riesgo de sus carteras, lo que en última instancia se traducirá en una mejora de las ratios de capital.

Además, esta nueva gobernanza mejorará la resiliencia de las entidades financieras para afrontar los retos de una sociedad cada vez más concienciada con la reducción de las desigualdades y la mejora del medioambiente.

Banca Responsable y solvencia: una relación incierta

A nivel académico, es cada vez mayor el número de investigaciones que tratan de cuantificar el efecto de la sostenibilidad sobre la solvencia del sector financiero. Entre ellas, queremos destacar los trabajos de Batten, Sowerbutts & Tanaka (2016) o Dietz, Bowen, Dixon & Gradwell (2016) por cuantificar el impacto de los riesgos medioambientales; o Ahmed & Rahman (2014) por subrayar la necesidad de integrar la sostenibilidad en el proceso de concesión de crédito.

Sin embargo, no hemos encontrado estudios que identifiquen si esta nueva gobernanza enfocada hacia la sostenibilidad es positiva para la estabilidad del sistema financiero.

Para suplir esta carencia hemos realizado una investigación, sobre la que esperamos su publicación a lo largo del año 2020, en la que analizamos la situación económico-financiera del sector de las cooperativas de crédito españolas para determinar si la gestión directa de los riesgos ESG (Environmental, Social & Governance), es decir, la gestión directa por parte de estas entidades de los riesgos medioambientales, sociales y de gobernanza que directamente les afectan, fueron suficientes para discriminar las cooperativas de crédito que mostraron una mejor salud financiera de aquellas que acusaron las mayores dificultades.

Para ello hemos construido un modelo probabilístico con el que queremos explicar las diferencias observadas a partir de variables tan importantes como la brecha de género, la situación salarial, el uso eficiente de los recursos, el buen hacer del equipo gestor o el impacto social de la actividad de las cooperativas de crédito en sus territorios, entre otras.

Nuestro estudio pone de manifiesto que aquellas cooperativas de crédito que mejor gestionaron los riesgos ESG, es decir, aquellas cooperativas en las que la brecha de género –tanto a nivel de plantilla como de equipo directivo– fue más reducida, las que destinaron más recursos a formación, y las más eficientes en el uso de los recursos, mostraron una salud financiera más saludable, poniendo de manifiesto el positivo papel de la sostenibilidad sobre la estabilidad del sistema financiero.

Por el contrario, las que llevaron a cabo una política opuesta mostraron las mayores probabilidades de pertenencia al grupo de las más débiles. De hecho, la importancia de estos factores es tal que, por si solos, fueron suficientes para anticipar, hasta un año antes, la debilidad económico-financiera de una cooperativa de crédito.

Una apuesta necesaria para las generaciones futuras

En definitiva, podemos considerar que la apuesta de esas 130 entidades por otro modelo de bancario respetuoso con los Principios de Banca Sostenible no solo será positivo para el cumplimiento de los objetivos marcados en la Agenda 2030, sino que también derivará en un sistema financiero más fortalecido y preparado para afrontar los retos futuros de una sociedad que reclama un crecimiento económico inclusivo, sostenible y respetuoso con los derechos de las generaciones futuras.

Antonio Madera del Pozo, Associate professor, Universidad Pontificia Comillas y Natalia Cassinello Plaza, Associate lecturer, Universidad Pontificia Comillas

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lee el original.