En el pasado, para muchas personas, el año 2020 era obviamente sinónimo de futuro y progreso. Algunos imaginaban un futuro brillante y otros, sombrío. En cualquier caso, ¡ese futuro es ahora!

¿Estamos bien preparados para este futuro? Las terroríficas historias que se escuchan a diario parecen decirnos que no lo estamos: el cambio climático, el daño medio ambiental, los atascos en el tráfico, el desempleo, sistemas sociales precarios, la pobreza, y la lista podría seguir...

Los problemas son globales: da lo mismo si es en Yakarta, El Cairo, Los Angeles o Paris. Todo es muy diferente, todo está lejos. No obstante, los grandes desafíos son sorprendentemente similares.

No hay soluciones de ayer para los retos de mañana

El mundo, con sus reconocidas estructuras, está alcanzando sus límites económicos, ecológicos y sociales. ¿Y qué hacemos al respecto? Lo mismo de siempre: corregir y optimizar es lo que siempre hemos hecho.

Por ejemplo, ahora estamos tratando de reemplazar el motor de combustión por uno eléctrico. Se trata de un proyecto muy complejo y costoso, que sirve para llevar a los individuos de un punto A a un punto B por la mañana y de un punto B a un punto A por la tarde.

¿No tendría más sentido pensar en por qué realizamos estos recorridos todos los días?, ¿por qué millones de personas van todos los días a trabajar en las oficinas del centro de la ciudad, las cuales quedan totalmente vacías tras la jornada laboral? Lugares en los que, por lo demás, la gente que gana un salario normal ya no puede vivir más. Incluso si tomamos el transporte público, el desafío sigue siendo grande porque todo el tráfico alcanza su punto máximo en horario punta.

¡Un momento!

Otro ejemplo: según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a mediados de siglo, dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades. Los problemas causados por la urbanización afectan a todo el mundo, independientemente del lugar en el que viva.

Al mismo tiempo, el número de hogares en el que habitan varias personas ha ido disminuyendo en los últimos años, especialmente en las grandes ciudades. En cada dos casas, vive una sola persona, porque ahora estamos viviendo más años y estamos cada vez menos comprometidos. ¿Cuáles serían las alternativas?

Nos quejamos de la agricultura industrial y de la resistencia asociada a los antibióticos, de la contaminación del suelo y del agua por el nitrógeno, o de la deforestación. Sin embargo, nos atenemos a la agricultura convencional ¿No hay ideas más sostenibles que satisfagan a los clientes y a los agricultores por igual?

¿Qué podemos hacer?

Hasta ahora, hemos tratado principalmente los síntomas sin abordar las causas. Reparamos los problemas del siglo pasado con las soluciones del siglo pasado. Sin embargo, esto funciona cada vez menos porque los problemas son cada vez más complejos.

Es hora de repensar las estructuras del siglo pasado y quizás encontrar soluciones completamente nuevas y mejores.

¡Podemos hacerlo mejor!

Aunque ya hay algunos enfoques prometedores para el cambio, hasta ahora no hemos resuelto realmente los enormes problemas económicos, ecológicos y sociales. Todo realista debe admitirlo.

Queremos construir un "mundo inteligente", pensamos que somos extremadamente inteligentes, pero no nos hacemos las verdaderas preguntas. Estamos atrapados en el pensamiento de finales del siglo XX y encontramos mil razones que describen por qué las cosas son como son y por qué no pueden ser diferentes.

Vale la pena vivir la vida

Pero ese no es el punto. No se trata principalmente de prohibiciones o de un romántico "regreso a la naturaleza". No todos tenemos que sentarnos en la oficina de nuestra casa, vivir como veganos en el campo y simplemente andar en bicicleta. Eso no es realista porque no es deseable para la mayoría de la gente. Y lo que no queremos hacer, no lo hacemos voluntariamente. La coerción y las prohibiciones pueden ser efectivas, pero seguramente hay soluciones más atractivas que hagan que la vida y el trabajo en conjunto valgan más la pena de nuevo.

¡El futuro es ahora! Necesitamos nuevas y constructivas utopías. Para ello, queremos que los urbanistas y futurólogos, los expertos y políticos agrícolas, los visionarios y los pensadores alternativos den su opinión sobre cómo podrían idearse mejores sistemas y soluciones. Encontrar alternativas es tedioso y desafiante, pero valdrá la pena.

Fuente:

DW