Antes de que fuera la reconocida activista que es hoy, Greta Thunberg pasó por momentos muy difíciles. “Poco a poco, fue desapareciendo en una especie de oscuridad”, explica Malena Ernman, madre de la adolescente de 17 años, en su libro Our House Is on Fire: Scenes of a Family and a Planet in Crisis (Nuestra casa está ardiendo: una familia y un planeta en crisis, en español).

A lo largo de las páginas, Ernman describe la vida familiar durante el camino de su hija hasta convertirse en el ícono de la lucha contra el cambio climático que es hoy; un recorrido marcado por el acoso escolar y el diagnostico de la joven con síndrome de Asperger.

A los 11 años, Greta sufrió su primera crisis. “Lloraba de noche cuando debería estar durmiendo. Lloraba camino a la escuela. Lloraba en sus clases y durante sus descansos, y los maestros llamaban a casa casi todos los días”, explica su madre.

Además, relata que su hija dejó casi de hablar y había dejado de comer. “Después de dos meses de no comer, Greta había perdido casi 10 kg, que es mucho cuando eres bastante pequeña. Su temperatura corporal era baja y su pulso y presión arterial indicaban claramente signos de inanición. Ya no tenía energía para subir escaleras y su puntuación en las pruebas de depresión era altísimo”, sostiene.

Luego de innumerables visitas a psiquiatras, psicólogos y profesionales médicos de todo tipo, Thunberg fue finalmente diagnosticada de síndrome de Asperger. A partir de ahí, su estado de salud físico y mental comenzó a mejorar: poco a poco volvió a comer y recuperó la vitalidad.

Qué la llevó a ser activista ambiental

En la escuela a la que asistía Greta, un profesor les mostró a los alumnos un documental sobre la isla de plástico que flota en el Pacífico Sur. Pero, si bien el resto de sus compañeros quedó afectado por ese documental, con el paso de los días se olvidaron del tema. Greta no lo hizo: ella vio algo que los demás no habían podido ver.

“Era como si ella pudiera ver nuestras emisiones de CO2 a simple vista. El abismo invisible, incoloro, sin olor, sin sonido que nuestra generación ha elegido ignorar. Ella lo vio todo, no literalmente, por supuesto, pero no obstante vio los gases de efecto invernadero saliendo de nuestras chimeneas, flotando hacia arriba con los vientos y transformando la atmósfera en un basurero gigante e invisible”, relata su madre.

Poco a poco, Greta comenzó a involucrarse cada vez más en la problemática ambiental y a querer que más personas -principalmente jóvenes como ella- tomaran conciencia del daño que le estamos haciendo al planeta.

En este contexto, empezó a planificar su primera huelga frente al parlamento sueco. “Ella ponía el despertador a las 6 de la mañana y estaba feliz cuando se levantaba de la cama. Estaba contenta mientras iba al parlamento y estaba contenta cuando llegaba a casa por la tarde. Durante las tardes se pone al día con el trabajo escolar y revisaba las redes sociales. Se acostaba a tiempo, se dormía de inmediato y dormía tranquilamente toda la noche”, cuenta su madre.

Este extracto del libro, publicado por el periódico británico The Guardian, finaliza con el primer discurso multitudinario de Greta, el 8 de septiembre de 2018, durante la Marcha por el Clima en Estocolmo.

"Seguiremos con la huelga escolar. Cada viernes, a partir de ahora, nos sentaremos afuera del parlamento sueco hasta que Suecia esté en línea con el Acuerdo de París”, dice, y agrega: “Siéntense fuera de su parlamento o gobierno local, dondequiera que estén, hasta que su país se encuentre en un camino seguro hacia un objetivo de calentamiento de menos de dos grados. El tiempo es mucho más corto de lo que pensamos. El fracaso significa el desastre”.

Fuentes

The Guardian