Cuando pensamos en el cambio climático es posible que aparezcan en nuestra mente imágenes de ciudades inundadas, olas de calor, suelos secos, y fábricas humeantes. Todo esto, de alguna manera, ilustra algunas de las consecuencias de lo que conocemos como cambio climático: "un cambio de clima atribuido directa e indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera(...) durante períodos de tiempos comparables"

Ahora bien, no es difícil pensar por un momento que, si el clima en el que vivimos se modifica, las consecuencias en el ambiente no serán inocuas ni para los animales, ni las plantas ni tampoco, claro, nosotros mismos. Por ejemplo,  un reciente estudio publicado en la revista Science señala que el calentamiento global podría causarnos insomnio.

Ahora, una nueva investigación publicada en Journal of Peace Reseach pone en relación dos variables que para muchos podrían no tener ningún punto de contacto: el cambio climático y la violencia. 

¿En qué sentido? La investigación, desarrollada Bear Braumoeller (profesor asociado de ciencias políticas de Ohio State University) y los doctores en formación Benjamin Jones (University of Mississipi) y Eleonora Mattiacci (Amhert University), señala que las condiciones climáticas extremas perjudican la producción agrícola y esto, a su vez, disminuye la disponibilidad de alimentos, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria.

Por esto mismo, también indican que los países con mayor dependencia a la importación de alimentos, serían los más vulnerables a desarrollar conflictos violentos. La fortaleza de las instituciones políticas aparece también como un factor clave en estos nuevos escenarios; por eso, sugieren que algunos países "en vías de desarrollo" son los menos preparados para afrontar las crisis alimentarias producto del cambio climático.

Antecedentes

Ya se había publicado en este mismo sentido un informe anterior en la revista Science, desarrollado por científicos de la Universidad de Berkeley (California) cuyos resultados señalaban que por cada desviación estándar en el clima hacia temperaturas más cálidas o precipitaciones más extremas, la frecuencia de la violencia interpersonal aumenta un 4% y la frecuencia de conflictos intergrupales aumenta un 14%.

"Las capacidades y limitaciones institucionales y estructurales de los Estados -como el desarrollo del sector agrícola y el tipo de régimen nacional- influyen en la probabilidad de que la inseguridad alimentaria inducida por el clima se traduzca en conflicto, ya que determinan el grado en que los países pueden enfrentar con éxito la inseguridad (...) Un gobierno capaz es aún más importante para mantener la paz que el buen tiempo", señala el estudio, y concluye: "... un enfoque doble que combata el impacto de la variabilidad del clima en la inseguridad alimentaria y fortalezca las instituciones gubernamentales sería una estrategia mucho más efectiva para prevenir los levantamientos violentos que cualquiera de las políticas aisladas".

Proyecciones

Según las Naciones Unidas, necesitaríamos producir un 50% más de comida en el mundo para poder alimentar a las 9.000 millones de personas que vivirán en él en 2050. Pero, la tierra, la biodiversidad, los océanos, los bosques y otros recursos se están agotando; y el cambio climático podría reducir las cosechas en más de un 25%. Si no cambiamos la manera en la que cultivamos los alimentos y gestionamos nuestros recursos, la seguridad alimentaria seguirá en peligro, sobre todo para los más pobres.