La producción de plástico ha aumentado exponencialmente desde que su uso se generalizó en los años 1950. Esto ha provocado preocupación a medida que los plásticos se han vuelto constantes en el medio ambiente oceánico, y se ha encontrado la evidencia de sus impactos en los organismos marinos y la salud humana.

A pesar de su prevalencia, existen muy pocos registros a largo plazo de la distribución y tendencias temporales de los plásticos en los océanos del mundo. Por eso, un grupo de investigadores se ha dedicado a saber un poco más.

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La investigación, titulada “El aumento de los plásticos oceánicos evidenciado a partir de una serie temporal de 60 años”, fue publicada en la revista especializada Nature. Estuvo liderada por la Dra. Clare Ostle de The Marine Biological Association, Reino Unido.

Una nueva perspectiva

Los investigadores presentaron una nueva línea de tiempo, desde 1957 a 2016, que cubre más de 6,5 millones de millas náuticas y está basada en los registros de cuando los plásticos se han enredado en un instrumento que se llama Continuous Plankton Recorder (CPR), que se fija en la parte trasera de un barco con un cable de metal y se transporta sobre la superficie del agua. Con ese dispositivo se han tomado muestras del plancton del Atlántico Norte desde 1930.

Esta serie de tiempo consistente proporciona algunos de los primeros registros de enredos del CPR con plásticos, y es el primero en confirmar un aumento significativo en los plásticos de alta mar en las últimas décadas.

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¿Qué encontraron?

Al calcular la cantidad de enredos que sufrió el instrumento en los viajes que hizo, los investigadores han logrado afirmar que el plástico en el Atlántico Norte se ha triplicado desde los años 60. El mayor incremento se produjo entre 1990 y 2000.

Debido a sus períodos de degradación muy lentos, los plásticos se han vuelto omnipresentes y se han asociado con impactos en la salud marina, como el enredo, la ingestión, la posible dispersión de especies invasivas, la toxicidad y la contaminación a través de niveles tróficos.

Los datos presentados demuestran que los fragmentos macroplásticos se encuentran en todo el Atlántico Norte, esto podría deberse a la mayor presencia de actividad humana.

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Fuentes:

Nature