Volar en avión puede ser, para muchas personas una de las experiencias más emocionantes. La sensación de estar entre las nubes, de tomar conciencia de lo pequeños que somos en el mundo, puede ser para ellos un espectáculo asombroso. Pero, para muchas otras personas, volar en avión es algo traumático. Aunque el destino sea el más increíble del mundo, la experiencia puede desatar mucho estrés y ansiedad, a tal punto de que algunos pueden llegar incluso a cancelar el viaje.

Este intenso e irracional miedo a volar se conoce como "Aerofobia", es muy frecuente y en general se asocia con la claustrofobia (fobia a los espacios cerrados) o a la acrofobia (fobia a las alturas). 

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Aunque lo primero que podemos pensar es que este tipo de miedo aparece por una mala experiencia anterior, lo cierto es que no es la generalidad. Según los psicólogos, el miedo a volar suele generarse a partir de conflictos no resueltos a nivel personal que pueden, incluso, no vincularse directamente con el volar. 

Por ejemplo, puede tener que ver con una cuestión personal que se asocie con el control. Piensa que en el avión el pasajero deposita la confianza en el piloto y, de cierta forma, pierde el control: las cosas no dependen de él.

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Además, la persona con fobia a volar puede experimentar: palpitaciones, temblores, problemas estomacales, sudoración, tensión muscular, entre otros síntomas físicos que, de hecho, pueden aparecer no solo cuando tienen que viajar en avión, sino también cuando compran un pasaje, acompañan a otra persona al aeropuerto, etc, etc.

Aunque cada persona es diferente y su miedo tendrá que ver con cuestiones muy personales y profundas que deberán tratarse en el análisis, los psicólogos dan algunos consejos:

Si tienes que viajar: 


Piensa en otros riesgos que sueles asumir. El avión es un transporte seguro, pero hay riesgos, como también existen en los demás medios de trasporte. Pensar objetivamente en esto quizás pueda ayudarte a darte cuenta la irracionalidad del miedo; el primer paso para poder superarlo. 

Piensa en lo que ganas si aprendes a superarlo. Cualquier miedo puede, a menudo, dejarnos en un sitio de confort. Por el contrario, asumir el compromiso con uno mismo de poder superar esos miedos, abre nuevos horizontes. Piensa, entonces, en qué harías si no tuvieras miedo. Y toma eso como un impulso para decidir hacer algo al respecto. 

Sé paciente. No te compares con los demás. Los miedos pueden tener orígenes y sentidos muy profundos. Respeta tus propios tiempos y busca un acompañamiento conveniente para poder superar este miedo y sentirte mucho mejor.