Estamos en una era informativa en la cual lo que se ve no es lo que es, sino simplemente lo que alguien quiere o ha permitido que se vea, lo que apenas alguien te deja ver, esa partecita que llega a uno sin tener apenas una migaja de autenticidad, algo que sin lugar a dudas es preocupante y siniestro.

¡Hola humanoides durmientes!

Mi nombre es Ale López Hiriart y sonaré la campana tantas veces como me lo permitan mis fuerzas porque es hora de despertar.

Nuestra naturaleza ha perdido su relación directa con el conocimiento de la verdad. Hemos ido avanzando ciega y lentamente hacia el camino de la automática-aceptación de lo que nos llega a nuestros sentidos a través de los medios de des-comunicación.

Aferradxs a costumbres, comodidades, lujos, hábitos, miedos y creencias asentimos con la mirada y damos total certeza a la catarata invasiva de imágenes y sonidos que nos dispara el televisor, y que sólo denuncia nuestro total estado de vulnerabilidad y de cómo el televisor mismo se ha ido posicionando a lo largo de la historia como un familiar más que habita dentro de la casa y que cumple con la función de presentar desde el desayuno hasta la cena las “verdades absolutas” del día.

Nuestro querido y amado Platón (427 – 347 a.C) fue un filósofo griego que expuso dicho estado de ignorancia y confusión a través de una representación alegórica que es conocida en nuestros días como “la alegoría de la caverna”. Así es que en dicha representación expone a un grupo de personas atadas de pies y manos y sentadas mirando a un conjunto de imágenes que se proyectan día y noche sobre una pared cercana en el fondo de la caverna.

Estas personas no pueden realizar ningún movimiento porque se encuentran esclavizadas y no conocen otra realidad que las que se les muestra en la pared (¡cualquier parecido a la realidad actual es mera coincidencia!). Pero resulta que un día, una de esas personas decide liberarse de las cadenas que la aprisionan y comenzar su retorno hacia la luz, que en la Alegoría de la caverna es la luz del “sol real” y que representa la luz de la verdad “verdadera”.

Es así como en este viaje de retorno la persona va atravesando por distintos grados de conocimiento (y peligros) hasta que logra salir de la caverna y llega a ver la luz del sol mismo. Al principio se siente encandilada por la luz hasta que comienza a acostumbrarse a ella, luego de tanto tiempo de estar atrapada en la oscuridad concibiendo una infinidad de “verdades cambiantes” (opiniones).

Con esta representación alegórica, Platón nos intenta exponer que el camino hacia el verdadero conocimiento o la verdad se encuentra lejos de toda opinión que se dicta sin ninguna reflexión profunda ni mucho menos tener en cuenta ‘el bien común’.

Es por esto que considero sumamente necesario el tomar las riendas de nuestra vida y realizar el ejercicio filosófico de apagar la televisión y romper con esas cadenas que nos mantienen atadxs y embobadxs e ir a intentar develar la verdad con nuestros propios sentidos, nuestra propia experiencia y nuestras propias herramientas intelectuales.

No puedo prometerles que alcancen la ‘verdad última’ ni siquiera puedo afirmarles si existe tal cosa, pero lo que sí puedo asegurarles es que empezarán a llevar una vida direccionada por sus propias verdades y confeccionarán una propia imagen del mundo y a eso podríamos llamarle, sin lugar a dudas: ‘una vida que merece ser vivida’.