Los niños se enteran de mucho más de lo que nosotros, los adultos, solemos creer. No solo porque ven imágenes y videos de la guerra en Ucrania parpadeando en las pantallas de los teléfonos inteligentes y televisores que les rodean. O porque escuchan conversaciones. O porque han tenido que estudiar tiritando en la escuela, con las mascarillas puestas y las ventanas abiertas en invierno, para evitar contagiarse con el coronavirus. Además, perciben las preocupaciones, los miedos y las tensiones de sus padres, incluso si estos ni siquiera hablan de sus sentimientos.

Ignorar las crisis y dejar sin respuesta los miedos, preocupaciones o preguntas de los niños no es, por tanto, una buena opción. "Los niños quieren estar protegidos", dice el psicólogo Felix Peter. Trabaja en escuelas con niños y jóvenes. Y es portavoz de la iniciativa Psicólogos por el Futuro (Psychologists for Future).

Los niños necesitan tener la sensación de que los adultos están haciendo todo lo posible para garantizar que las crisis terminen bien. Y eso comienza por casa, con nosotros hablando con nuestros hijos. Pero, ¿cómo hacerlo bien?

Tomar sus sentimientos en serio

Los niños expresan sus sentimientos de formas muy diferentes. Por un lado, esto tiene que ver con su edad. Cuando son aún más pequeños, a menudo no son tan buenos para expresar sus sentimientos con palabras y tienden a tener síntomas físicos como dolor de estómago o de cabeza, dice Katharina van Bronswijk, psicóloga, psicoterapeuta y portavoz de Psychologists for Future junto con Felix Peter.

Un niño que llora necesita consuelo primero. Luego, preguntas como "¿En qué estás pensando?" o "¿Cómo fue tu día hoy?", pueden ayudar a los más pequeños a poner en palabras su experiencia interior.

"Pero la forma en que les hablamos a los niños sobre las crisis también depende del desarrollo cognitivo y emocional del niño", precisa van Bronswijk. "Tan pronto como un niño hace preguntas sobre eventos mundiales, deben ser respondidas”, dice la psicóloga.

"A menudo se dice que hay que quitarles el miedo a los niños. Pero nosotros decimos, más bien, que hay que hablar de los miedos", explica Felix Peter. Según el psicólogo, una frase como "No tienes que tener miedo" equivaldría a una prohibición de sentir. En cambio, un "Puedo entenderte, también me asusta" es una reacción mucho mejor, que hace que el niño se sienta tomado en serio, agrega Katharina van Bronswijk.

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Adultos honestos

Los padres no deben tener miedo de sus propios miedos, ni de mostrárselo a sus hijos. Al contrario: "Los niños se benefician cuando los adultos son auténticos", continúa van Bronswijk. Sin embargo, como adultos, somos responsables de autorregular nuestras emociones. Bajo ninguna circunstancia los niños deben tener la impresión de que ellos son los responsables de hacer que mamá y papá se sientan mejor, advierten los dos psicólogos. Algo en lo que coinciden muchos colegas y otros expertos en crianza.

Los padres deben estar bien informados cuando hablen con sus hijos sobre la guerra o la crisis climática. Está bien no tener lista una respuesta súper fundamentada para la pregunta de cada niño. Aquí, también, los padres pueden ser honestos e investigar un poco antes de responder a la pregunta.

Miedos, preocupaciones, ignorancia: todo está bien. Eso sí, los adultos deben tener claros sus sentimientos antes de hablar de ellos con los niños. Solo así, los más pequeños pueden aprender algo muy valioso: las emociones de todo tipo están permitidas y hablar de ellas puede ayudar a lidiar con ellas.

Comunicación de crisis adaptada a los niños

Quizás la pregunta más difícil es: ¿Cómo le hablo a mi hijo? ¿Qué palabras elijo? ¿A qué nivel de profundidad puedo llegar?

La respuesta de Felix Peter suena asombrosamente simple: "Las preguntas del niño determinan el nivel de la conversación". Los adultos deben guiarse por las preguntas del niño y desarrollarlas. "Pero, por favor, no los atiborren de información ni les den conferencias”, aconseja el psicólogo.

Se necesita tiempo y espacio para tener una conversación como esta. Las crisis existenciales difícilmente pueden abordarse adecuadamente a las carreras. Incluso los niños pueden entender que no es un buen momento para una larga sesión de preguntas y respuestas cuando los padres van camino al trabajo. Eso sí: ¡Lo pospuesto no debe cancelarse!

FUENTE: DW