Los perros son las mascotas más populares del mundo. Un estudio realizado por la organización Pet Secure determinó que 9 de cada 10 estadounidenses consideran a los canes como parte inseparable de su familia.

Sin embargo, el amor que sentimos por nuestros amigos peludos motiva a ciertas personas a crear esquemas de cría y venta de perros, en los que el bienestar físico y emocional de los animales no se tiene en cuenta. Un ejemplo de esto son las llamadas “fábricas de cachorros”.

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Si bien no existe una definición legal para las fábricas de cachorros, un estudio de 1984 las definió como “una operación de cría de perros en la que se ignora su salud para mantener bajos gastos y maximizar las ganancias”. Es decir, una “granja” en la que el único objetivo es producir perros rápidamente para venderlos y repetir el ciclo.

Se estima que solo en Estados Unidos hay alrededor de 10.000 fábricas de perros licenciadas y no licenciadas que venden unos 2 millones de perros al año. En Reino Unido y Australia se venden cada año alrededor de medio millón de perros criados en fábricas.

¿Por qué son crueles?

En un reporte publicado en 2013 por la Asociación Médica Veterinaria de Humane Society, los expertos afirman que las fábricas de perros tienen varias características en común. En particular, destacan: “énfasis en la cantidad, no en la calidad, cría indiscriminada, encierro continuo, falta de contacto humano y enriquecimiento ambiental, mala cría, y atención veterinaria mínima o nula".

Las fábricas de perros son efectivamente prisiones donde los animales son encerrados y sufren abusos de todo tipo hasta que alguien los compre. Sin embargo, que sean “liberados” de estas prisiones por medio de la compra no quiere decir que el sufrimiento desaparece. Al contrario, los perros nacidos y criados en estas lamentables condiciones padecen daños emocionales que pueden durar todas sus vidas.

Así lo confirmó un estudio publicado en 2011 por la organización animalista Best Friends Animal Society. La investigación concluyó que los perros de fábrica sufren daños psicológicos y los efectos pueden aparecer años después de abandonar las instalaciones de cría.

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El Dr. Frank McMillan, investigador principal del estudio, afirmó que siempre había sospechado que los perros en estas instalaciones sufren emocionalmente como resultado de su crianza, y el estudio lo confirmó científicamente.

Para llegar a esa conclusión, se comparó una amplia gama de características psicológicas y de comportamiento de perros rescatados de granjas de cachorros con las de los perros no procedentes de ellas. La mayor diferencia fue la presencia incrementada de miedos y fobias, comportamientos compulsivos, defecación en el hogar y sensibilidad aguda a ser tocados o levantados.

McMillan criticó que si bien existen códigos legales que amparan a los animales en casos de abuso físico y psicológico, no hay sistemas que proporcionen una protección adecuada de los efectos emocionales negativos que conllevan estas granjas.

¿Qué puedes hacer?

Hay algunas cosas que puedes hacer para evitar que prospere esta industria de alcance mundial que hoy resulta muy rentable.

– No compres perros, ya sea en Internet o tiendas de mascotas.

– Si quieres una mascota, adopta.

– Cuéntale a tus amigos acerca de lo que sucede en las fábricas de perros. ¡Corre la voz!

– Infórmate sobre las leyes locales de cría y compra de perros.

– Apoya las políticas públicas para regular la cría de perros.

– Apoya organizaciones que supervisan la crianza de perros.

– Reporta abusos en la cría de perros si alguna vez presencias alguno.

Si nos unimos con otros, seremos capaces de generar cambios positivos y potencialmente mejorar la calidad de vida de estos perros.

Fuente:

Pet Secure

HSVMA

Best Friends Animal Society

PennToday

Pet MD