La posibilidad de expresar ideas complejas en palabras es lo que nos ha permitido ver más allá de nuestros instintos, y empezar a pensar en grandes cosas.

El lenguaje está tan cargado de significado que es, en sí mismo, una herramienta muy pesada. Se la puede usar para generar bienestar, pero también para lastimar y lastimarnos. Muchas veces cargamos el lenguaje de aspectos tan negativos que, casi sin darnos cuenta, limitamos nuestro propio crecimiento personal.

Esto se debe a que hablamos como pensamos, y como pensamos, actuamos. Cambiar desde el lenguaje algunas de las ideas instaladas en nuestra mente es el primer paso para cambiar.

Por eso te proponemos que pienses cuántas veces al día dices algunas de estas frases. A partir de ahora, intenta decirlas cada vez menos, hasta eliminarlas por completo.

¡No sabes la diferencia que puede hacer en tu vida!

1. No tengo suerte

Imagina a un jugador de póker: ¿crees que le echan el mérito a la suerte que les toca en las cartas? Por supuesto que no. La habilidad está en qué es lo que haces con ellas.

Claro que la vida a veces parece poner un obstáculo tras otro. Pero quedarte en una actitud pasiva, esperando que tu suerte cambie, no te lleva a nada. Cuando vayas a decir “es que no tengo suerte”, frena un momento y cambia la frase. En su lugar, pregúntate: ¿qué puedo hacer con la suerte que me ha tocado?

2. No me interesa

Lo que no te interesa hoy, puede cambiar mañana. Algo que quizá no te gusta, tal vez un día lo hará. Somos personas que están en constante transformación, y decir tajantemente que algo no te interesa es cerrar una puerta, una oportunidad.

Puedes cambiar esa frase por “no es lo que necesito en este momento”.

3. Nadie me entiende

Cuando dices una y otra vez que nadie te entiende, es que tal vez hay ruido entre quien eres y lo que comunicas a los demás. Sientes que nadie te entiende porque tal vez ni tú te entiendes demasiado bien. O tal vez sientes que nadie te entiende porque no estás abriéndote a los demás desde el corazón.

Cuando aparezca esta frase en tu vida cotidiana, pregúntate si realmente estás mostrando lo que eres y lo que sientes al mundo, o si en realidad estás guardándote todo para ti.

4. Ya no tengo edad para eso

Una de las mayores limitaciones que nos ponemos es creer que el tren ya ha pasado y que lo hemos perdido. Pero en realidad, casi siempre es una limitación que nos ponemos nosotros mismos.

Siempre se puede empezar algo, solo se trata de buscar la manera. ¿Querías ser un artista plástico? ¡Pues empieza a hacer un curso de pintura! ¿Soñabas con ser atleta profesional? Hoy mismo puedes empezar a correr cinco minutos por el parque.

Si dices que no tienes edad para eso, directamente estás impidiendo la posibilidad de acercarte a ese sueño. Hazte una pregunta: ¿qué puedo hacer hoy, con mi edad y mi realidad, que me acerque a mi sueño?

5. Todo me sale mal

Esa frase te hace sentir miserable y te llena de una enorme frustración. ¡Y no es así! Piensa en hoy mismo. ¿No has resuelto un problema en tu trabajo ya? ¿No lograste que los niños se acostaran a tiempo? ¿No cocinaste uno de tus platos favoritos? ¿No terminaste ese libro que tanto te gustó?

Todo el tiempo te están saliendo bien las cosas. Pero quedarte solo con lo que te sale mal es una manera de no atreverte a más. Es un juego del lenguaje y de tu pensamiento. ¡Saca esta frase de tu vida!

6. No lo merezco

La culpa siempre está ahí para recordarnos que no tenemos derecho a querer ser felices. Que no nos merecemos estar mejor. Esta es quizá la peor frase, y te la dices a diario.

Tú mereces tanto como cualquiera tener la vida que quieras tener, independientemente de quién eres, de dónde has venido, si eres hombres o mujer, y sin importar las decisiones que hayas tomado. Lo mereces, en serio.

¿Dices alguna de estas frases a menudo? ¿Intentarás eliminarlas de tu vocabulario?

Fuentes:

Cooltastico

CZN