Cada vez que quiero pensar una idea nueva o crear algo nuevo, me voy a un sitio tranquilo, silencioso. Todas las mañanas me levanto, hago yoga, ejercicios de respiración y medito. Todo eso me lleva una hora aproximadamente, así que me levanto temprano.

Después de las prácticas, me preparo un mate y me siento a mirar para el jardín, siempre con un cuadernito, y leo libros que contienen la sabiduría de la India en lenguaje muy simple escritos por mi maestro. Este texto surge de ese estado de paz, antes de agarrar el teléfono y que se activen todas las conexiones con el exterior.

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EL BUSCADOR SINCERO: REMOVER LA TIERRA

Me hice el tiempo. Tardé en encararlo pero aquí estoy. Comencé a remover la tierra para preparar el espacio para la huerta.

Cuando removemos la tierra, también nuestra mente se remueve. Creemos que estamos trabajando solo en un espacio de nuestra vida, pero cada vez que hacemos algo, repercute en nuestro cuerpo, mente y espíritu, y de ahí, a todo lo que nos rodea. Cuando todos comprendamos que no hay separación posible, nos vamos a ir abriendo al conocimiento que nos trae todo lo que sucede.

Encontré raíces viejas marchitadas, brotes de unas especies que no conozco, yuyos y varios lugares duros y secos como piedra. Algún rincón bastante profundo con agua estancada, profundo porque sino se hubiese evaporado en cualquier amanecer.

Todo lo demás, mucha tierra negra y rica. Removiendo dejamos al sol lo que tiene que secarse. Lo que se llevan los pájaros. También le damos aire y espacios a la tierra para las nuevas semillas que hemos de sembrar.

Es como siempre, un proceso. Movilizar y observar cómo quedó la tierra para seguir avanzando. La enriquecemos con compost, comprado o generado por nosotros, cantamos para preparar el “espacio sutil”. Sí, cantamos, agradecemos, intencionamos.

Siempre, en cada acción, conviven lo visible y lo invisible. En el silencio nos ocupamos de lo invisible. ¿Cómo estoy haciendo la tarea? ¿Es algo que debo hacer o que tengo que hacer? ¿Me gusta hacerlo? ¿Disfruto hacerlo?

Cuando Gerónimo, mi hijo, era pequeño, íbamos caminando por la calle y él llevaba una cara seria, casi preocupada. Le dije: “¡Cambia esa cara! ¡Mira qué lindo el día! ¡Y estamos juntos!". Él levantó su mirada y me dijo: "Papá, no podemos estar contentos todo el tiempo".

Escuchemos cómo estamos, para qué estamos ahora. ¿Qué dice nuestra mente? ¿Cómo está nuestra energía? Una mente que te tira para atrás el entusiasmo se relaciona con una energía baja.

Repasemos nuestras cuatro fuentes principales de energía:

- Descanso: ¿cómo estamos descansando?

- Alimentación: ¿qué calidad de alimento consumimos?

- Respiración: observa como esta tu respiración cuando estés mal.

- Estado feliz de la mente: ¿estás haciendo algo que te brinde felicidad en el día? ¿En la semana? Algo que cuando lo haces, no piensas en otra cosa de tanto que lo disfrutas.

Observemos cómo estamos en cada una, generemos pequeños cambios, y volvamos a observar. Comencemos a profundizar este camino de autoconocimiento.

Pregunta para tí:

Si la huerta fuera nuestra casa, ¿qué moverías para enriquecerla? ¿qué cambiarías de lugar, o soltarías para generar nuevo espacio?