Tamboreras es un proyecto que nació en Argentina en 2010 con el objetivo de generar encuentros donde las mujeres experimenten la percusión de forma colectiva, y crear una red de mujeres percusionistas profesionales alrededor de Latinoamérica y el mundo.

Este proyecto que busca fortalecer a las mujeres a través de la música y la percusión, fue expandiéndose a lo largo de los años. “Ha crecido porque está atravesado por la contemporaneidad que nos toca a todas las mujeres y a toda la sociedad: la visibilización de las mujeres a través de las marchas, el ni una menos y la lucha por nuestros derechos. Esta situación histórica, de la que nos sentimos parte, nos fortaleció”, cuenta Vivi Pozzebón, quien lidera el proyecto junto a Lili Zavala.

Mujeres al tambor

“Encontrarnos con el poder de la música y el canto es muy sanador: comprendemos que las mujeres podemos hacer lo que deseamos y que tenemos el poder de llevarlo adelante. Esa es la máxima enseñanza de la música y los tambores”, comparte su directora.

También cuenta que muchas mujeres llegan a sus encuentros sin haber tenido una experiencia previa con la música y que, al vincularse con el tambor, el sonido y el ritmo, se transforman completamente: descubren su capacidad de tocar un instrumento, de sostener un ritmo constante, de tocar en grupo.

Tocar en grupo con otras mujeres es muy potente, curador y movilizante. La fuerza de lo colectivo y el sonido que se genera grupalmente genera un satisfacción inmensa. Recuperamos poderes que creíamos perdidos o relegados por cumplir los mandatos y exigencias de ser mujeres”, comparte Vivi.

RETIROS DE TAMBORERAS

Las mujeres, que viajan de todas partes de Argentina y los países limítrofes, se juntan a tocar el tambor en la naturaleza durante tres, cuatro o cinco días. Hay talleres de percusión por la mañana y por la tarde. Además, se convocan mujeres percusionistas de diferentes partes del mundo, que comparten talleres especiales como lenguaje de señas, cantos mapuches y talleres de candombe.

“Nos retiramos de la cotidianidad y nos retiramos a la naturaleza, lo que nos permite un contacto profundo con una misma, con la percusión, el sonido y las vivencias de otras mujeres.” cuenta Vivi. “Cada retiro es diferente porque hay mujeres diferentes y cada una tiene algo para dar. Por la noche, todas cantamos y tocamos y las mujeres se encuentran haciendo cosas por primera vez. Nos motivamos entre todas y nos abrimos a nuevas posibilidades”, continúa.

Los retiros son abiertos a todas las mujeres, con o sin experiencia con la percusión: han asistido mujeres desde los 15 a los 70 años, siendo su primera vez en contacto con los tambores. “El cruce de edades, de generaciones, procedencias y pensamientos es muy nutritivo. Compartimos las vivencias de cada una y todas aprendemos de todas”, dice su directora.

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