La naturaleza es verdaderamente diversa y repleta de sorpresas. Entre las maravillas que nos ofrece el mundo natural, encontramos a la peculiar "hormiga matavacas", también conocida como "hormiga de terciopelo". A pesar de su nombre, este insecto pertenece a la familia de los mutílidos y no es en absoluto lo que aparenta.

La confusión en el nombre para empezar a comprender a la "hormiga de terciopelo", debemos aclarar un hecho sorprendente: no es una hormiga en absoluto. Las hormigas son parte de la familia Formicidae, mientras que los mutílidos conforman una familia completamente diferente.

Esta confusión de identidad se basa principalmente en la apariencia de este insecto. La "hormiga de terciopelo" se asemeja en forma a las hormigas: las hembras carecen de alas, tienen cabezas anchas, tórax compacto y endurecido, y un abdomen globoso unido al tórax por un pedúnculo, características compartidas con las hormigas. Sin embargo, hay un detalle revelador que las diferencia: las antenas. A diferencia de las hormigas, cuyas antenas tienen un segmento largo y el resto se dispone perpendicularmente, las "hormigas de terciopelo" poseen antenas con segmentos lineales y flexibles, similar a las avispas.

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Entonces, a pesar de su aspecto engañosamente similar, las "hormigas de terciopelo" son en realidad avispas.

La vida solitaria de la "hormiga de terciopelo"

A diferencia de las hormigas, conocidas por su naturaleza colonial, las "hormigas de terciopelo" llevan una vida solitaria. De hecho, no se ha registrado ninguna especie de hormigas solitarias. Su principal actividad consiste en buscar lugares adecuados para depositar sus huevos, especialmente cerca de nidos de otros insectos, como abejas o avispas que anidan en el suelo. Esto asegura la fuente de alimento para sus crías, que se desarrollan alimentándose de las larvas del huésped.

Por otro lado, los machos de las "hormigas de terciopelo" tienen alas, de color negro transparente, y pueden volar largas distancias en busca de hembras para el apareamiento. Una vez completada esta misión, se separan de las hembras y vuelven a emprender el vuelo en busca de su siguiente objetivo.

Una defensa dolorosa: el origen de su apodo

Para defenderse, las "hormigas de terciopelo" emplean diversas estrategias. Su color oscuro y la vellosidad brillante y viva en su cuerpo son señales de advertencia que indican su peligrosidad. Además, su robusto exoesqueleto las convierte en un bocado poco atractivo para depredadores más grandes.

El sistema de defensa más efectivo de las "hormigas de terciopelo" es su aguijón. A diferencia de las abejas, cuyo aguijón aserrado les permite picar solo una vez antes de perderlo y morir, el aguijón de estas avispas es afilado, liso y retráctil, lo que les permite picar repetidamente. Además, pueden dosificar la cantidad de veneno que inyectan, lo que resulta en picaduras con diferentes concentraciones de toxina.

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Si bien su veneno no representa un peligro grave para los humanos, a menos que se sea alérgico, las picaduras de las "hormigas de terciopelo" son extremadamente dolorosas. De hecho, en la escala de dolor por picadura de Justin O. Schmidt, que va de 0 a 4, estas avispas obtienen una puntuación de 3, lo que las sitúa por encima de la mayoría de las abejas y avispas. Es importante destacar que el animal con la picadura más dolorosa, con una clasificación de "4+", es la hormiga bala, de la especie Paraponera clavata.

Si bien se han reportado casos de animales que han perdido el conocimiento debido al dolor causado por las picaduras de las "hormigas de terciopelo," su apodo de "matavacas" parece ser injusto, considerando la baja toxicidad de su veneno en humanos.

Fuente: Muy Interesante.