La infancia pausada: niñas de 11 obsesionadas con skin care en un escenario donde la adolescencia no está comenzando antes por causas biológicas, sino porque la sociedad ha reducido lo que entendemos como infancia. Cada vez tratamos a los chicos como adultos mucho más temprano—y eso se nota.

La infancia se reduce mientras crece la presión social

Pediatras, psicólogos y docentes coinciden en que comportamientos típicos de los 13 o 14 años aparecen hoy en niños de 9, 10 u 11. Cambios de humor, contestaciones bruscas y obsesión por la apariencia física se volvieron parte de la vida diaria en edades en las que, hasta hace poco, seguían predominando los juguetes y el juego libre.

Pubertad no es adolescencia: qué dicen los expertos

Según la pediatra especializada en adolescencia María Angustias Salmerón, la pubertad puede iniciar alrededor de los diez años, pero eso no significa que la madurez emocional y social haya cambiado. La pubertad es un proceso físico; la adolescencia implica autoconstrucción, autonomía y resiliencia. Lo que sí se está acelerando es la manera en que tratamos a los niños: se espera de ellos una madurez que no les corresponde y se les expone a situaciones para las que aún no están preparados.

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Adolescentes con solo once años: la infancia se acorta entre \'skin care\', peluquería y frustración (Imagen: Pinterest)
Adolescentes con solo once años: la infancia se acorta entre \'skin care\', peluquería y frustración (Imagen: Pinterest)

Pantallas, skin care y la presión estética a edades cada vez menores

Las redes sociales y los celulares ocupan un rol determinante. En las consultas médicas se observan casos crecientes de niñas de ocho o nueve años con adicción al skin care, irritaciones por cremas antiedad y dificultades de autoaceptación. Los varones también participan de esta estética temprana: buscan cortes específicos, siguen tutoriales y exigen peluquerías “de adultos”. La infancia se ve desplazada por una cultura visual que premia la apariencia y el consumo.

Docentes y familias advierten: madurez estética, inmadurez emocional

El uso del móvil es una frontera decisiva. Mientras algunas familias restringen su acceso, otras lo habilitan por cuestiones prácticas, como la comunicación entre hogares separados. Sin embargo, los contenidos del teléfono pueden ser demasiado intensos incluso para los adultos. La comparación constante, la sobreinformación y la lógica de recompensas rápidas transforman la forma en que los chicos se relacionan con su entorno y con ellos mismos.

Psicólogos y pediatras coinciden en que este adelanto no es “bueno” ni “malo” por sí mismo, sino una respuesta al mundo hiperconectado. Acompañar implica comprender sus emociones, sostener sin invadir, marcar límites y ofrecer tiempo sin pantallas. La especialista Salmerón alerta que, a los 12 años, el cerebro “es un Ferrari sin frenos”: emocionalmente impulsivo y muy susceptible al algoritmo. Por eso, insiste en que ningún niño está preparado para navegar solo por contenidos que ni siquiera los adultos controlan del todo.