Por Tamara Brunswig (@astroilustra)*

Cuando llega el fin de un año y el comienzo del próximo, nos ponemos más reflexivos. Como algo inevitable que algunos padecen y otros esperan, aparecen los balances, las preguntas sobre lo que pasó y lo que vendrá, las reuniones, las despedidas, los cierres y las celebraciones.

Los finales e inicios de ciclos parecieran ampliar nuestra consciencia del tiempo, modificando la percepción que tenemos de él y su paso, como si pudiéramos darnos más cuenta de este ritmo inalterable y a la vez tan subjetivo que nos envuelve y sostiene, que organiza nuestras actividades y facilita el encuentro entre personas, ciudades y países. Matriz para el mundo entero, el tiempo nos da una estructura sobre la cual construir y planificar, sobre la cual movernos y crear.

Solemos relacionar al tiempo y su paso con la falta de libertad. No nos gusta el rastro que deja a través de las arrugas en la piel o los mechones que se tiñen de plateado. Insistimos con negar el paso del tiempo en nuestros cuerpos y nuestras vidas, y nos enoja ese obstáculo irremediable y finalmente invencible.

En nuestro anhelo de ser infinitos, Saturno, el regente de Capricornio, nos recuerda que no lo somos. Que tenemos límites, y que para crecer es necesario integrarlos, no negarlos. Es decir, aprender de ellos en lugar de hacer como si no existieran y volver a repetir los mismos errores infinidad de veces.

Podemos quedarnos con el fastidio que nos genera el límite, el paso del tiempo, o podemos ver la consciencia del mismo, en este final de ciclo, como un regalo, y tomarnos una pausa en este momento bisagra y revivir las experiencias que queramos atesorar de este año que pasó.

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Fuente: cortesía de @astroilustra

Ritual para recibir el año nuevo

Escribir en una hoja o cuaderno entre cinco y diez momentos que hayamos disfrutado, reído, animado o tantas otras cosas más, que queramos guardar como los tesoros de 2019.

Momentos especiales que al recordarlos despierten una sonrisa, una alegría o una emoción en nuestro interior.

Conectamos con esas vivencias personales y la huella que dejaron en nosotros.

Visualizamos el año nuevo que se abre confiando que también traerá experiencias valiosas como el año que dejamos atrás.

Imaginamos cómo la energía de estos momentos plasmados en el papel traspasan también al año que entra, bendiciéndolo y sellando nuestro camino con esta energía que nos nutre y vitaliza.

Bendecimos con esta energía amorosa a las personas que nos rodean y el año que se abre frente a ellas.

Agradecemos su presencia en nuestras vidas.

Bendecimos con energía de comunión y vitalidad al planeta tierra, sus mares, tierras, vegetación y animales.

Agradecemos su sostén y sagrada morada.

Bendecimos con energía de amor y reconciliación nuestra vida.

Agradecemos lo vivido y agradecemos nuestra consciencia de poder atesorar lo valioso en esta vida.

Bendiciones y feliz año nuevo para el mundo entero.

* Tamara Brunswig es Lic. en Psicología, Astróloga (Casa XI), Terapeuta vibracional y Técnica en Análisis Bioenergético. Puedes seguirla en @astroilustra.